En la madrugada del lunes al martes Rosalía despejó un poco más el enfoque sonoro que afianzará su segundo asalto discográfico, el que la encamina a éxitos globales incorporando las sonoridades urbanas a su prodigiosa voz y al estilo aflamencado. Como cualquier presentación de marca de aspiración intercontinental, esta no podría darse sin el moldeamiento de una imagen visual a la altura de la empresa. Y en eso, la de Sant Esteve Sesrovires también cuenta con los mejores aliados dentro de nuestras fronteras, la productora Canada y Nicolás Méndez.
Para el vídeo de “Pienso en tu mirá”, la fuente de inspiración sigue brotando de la iconografía del extrarradio mezclada con un surtido de símbolos castizos bajo ese barniz de modernidad que caracteriza a la factoría audiovisual catalana. Rodada durante las mismas jornadas que “Malamente”, el nuevo clip comparte con aquel la estética poligonera y esa reformulación de los estereotipos cañí y de la cultura andaluza, funcionando como un díptico del mismo universo. Aunque, en esta ocasión, el componente transgresor viene matizado por una simbología plenamente ligada a la orientación lírica de la canción y a esa temática que la joven adelantó en la entrevista en Rockdelux 374: el mal querer gira alrededor de “el mal amor o la otra cara del amor”.
Así que, detrás de esas estampas ibéricas de aceitunas negras, Anís del Mono, souvenirs de flamenca, ajos y camioneros, se esconde un subtexto sobre la asfixia que anticipa o precipita la ruptura amorosa, una diatriba sobre esos celos propios o ajenos que mellan el amor antes, durante y después de consumarse. De esta forma, tanto ese plano subjetivo del toro acercándose a la espalda herida de la cantante que puede leerse según esa persecución insalubre propia de las relaciones tóxicas como toda la estética fúnebre de Rosalía y sus plañideras o esos jóvenes amenazándola con todo tipo de arsenal se encaminarían hacia la misma idea. Y, por otro lado, asistimos, en los tramos finales (coronados con el plano encima de un camión), a la visión de una Rosalía más colorista y urbana, y que se desprende de esa lacra. Unas imágenes que podrían entenderse como una crítica a la violencia machista.
Sea cual sea el significado último, el videoclip tiene muchas más lecturas de las que predispone a pensar su llamativo y estilizado continente. Además de la estampa ibérica de Bigas Luna ya presente en el anterior trabajo, saca inspiración de la filmografía de Almodóvar, de “El séptimo día” (Carlos Saura, 2004) y de “Los santos inocentes” (Mario Camus, 1981), de Buñuel, y también de las coreografías y los ambientes sórdidos y lumpen de los clips de Romain Gavras.
Un trabajo con mucho combustible que, sin duda, ayudará a catapultar a su principal artífice hacia otras latitudes mientras su cercana obra discográfica incrementa su grado de expectativa. 