Aparentemente, el cuarto álbum de Aries carece de la pegada melódica más inmediata de “Mermelada dorada” (2014) y “Adieu Or Die” (2016), pero su atrevimiento es mayor. “Juramento Mantarraya”, como una planta extraña, crece de un modo diferente en cada escucha y supone un nuevo paso evolutivo en su trayectoria sin dejar de afianzar todas sus señas de identidad. En su última entrevista para Rockdelux (número 350, mayo 2016), Isabel Fernández Reviriego confesaba que se refugiaba en el arte, la creación y la amistad, y sobre esos tres aspectos parecen pivotar la mayor parte de sus canciones, cada vez más sencillas y, al tiempo, más complejas o más decididas a mostrar la prevalencia de la contradicción. Lo demuestran frases del tipo “estamos bien aunque todo esté mal”, “cuanto más viajas, más desconoces” o “hago tanto haciendo nada”.
Canciones como “Error perpetuo” o “Dolce far niente” revelan su filosofía a la hora de emprender su proceso creativo y el modo en que eso y ella, como persona, son indisolubles. Por otro lado, “Juramento Mantarraya”, “Un gran puente”, “La mejor sensación” o “Un día cualquiera” son demostraciones de afecto hermosamente cálidas a otras personas. La manera en que hace confluir experimentación, vanguardia y pulsión pop con un espíritu vitalista y sensación de verdad es realmente admirable.