A propósito de la edición de “Depresion Cherry” (2015), se preguntaba Gerard Casau en estas páginas si Beach House no necesitarían una mirada externa que pusiera en crisis las cualidades más etéreas de su trabajo y les ayudase a perseguir una expresividad más amplia. “7” parece responder a dicha demanda, presentándose como un lavado de cara al reconocible estilo del grupo de la mano de un nuevo coproductor, Sonic Boom, quien los ha alentado a no dejarse amedrentar por la traslación al directo de las composiciones y a confiar a ciegas en sus instintos creativos. Así, dan con un álbum cuyas espectaculares vestiduras siguen calando, profundas y emotivas, pero bajo el signo de una gravedad menos apesadumbrada.
Alternando picos de disonancia (“Lemon Glow”) con placidez armónica (“Lose Your Smile”), “7” no es solo el trabajo más liviano hasta la fecha del dúo de Baltimore, sino también el más ensoñador, cercano por momentos a la acuosa irrealidad de Cocteau Twins, como en la bellísima “L’inconnue”, cantada en francés y bañada en coros celestiales. Por su parte, las guitarras de “Dive” o el piano arrastrado hasta la distorsión de “Last Ride” ilustran una nueva épica que materializa su peculiar grandeur sonora en brillantes progresiones. Hay una seguridad rotunda en la manera con que las canciones van floreciendo. Todas aportan momentum a una narrativa sin sobresaltos que supera en fluidez a las de “Teen Dream” (2010) y “Bloom” (2012), sus otras dos obras maestras.