“Black Mountain” (2005) es el primero de los tres álbumes grabados hasta la fecha por los no especialmente prolíficos Black Mountain, banda canadiense formada en 2004 y liderada por Stephen McBean que utiliza ingredientes de blues ácido, rock duro, sesentero, setentero, sureño, espacial y psicodélico. En algunos cortes experimentan con diversas sonoridades a partir de una base muy líquida (“Heart Of Snow”), en otros brillan los complementos vocales de Amber Webber, el empleo del saxo en “Modern Music” introduce pautas más jazzísticas y hay evocaciones más o menos claras: “Set Us Free” persigue la estela de Buffalo Springfield, Neil Young y Crosby Stills Nash & Young; “Faulty Times” tiene una modulación muy propia de The Doors; las guitarras de “Don’t Run Our Hearts Around” son puro hard rock, y “No Satisfaction” no hubiera desentonado en absoluto entre algunos de los brillantes juguetes melódicos y rítmicos de Brian Eno en su etapa pop. Es evidente en la música de Black Mountain un componente revivalista, cierto, pero no se quedan en el puro exhibicionismo retro y, en todo caso, su nostalgia resulta activa.
La presente edición conmemorativa del décimo aniversario de su publicación cuenta con un segundo disco con temas nuevos, mezclas extendidas, maquetas y tomas radiofónicas. Destaca especialmente la versión de “No Satisfaction” registrada en una actuación radiofónica británica, menos Eno y más psicodélica; una toma muy desnuda y más pantanosa de “Set Us Free”, y la inédita “It Wasn’t Arson”, con su primera parte de experimentación electrónica analógica y una segunda de folk ácido.