El azar, una simple casualidad, un accidente fortuito... A veces de lo imprevisto surge lo más grande. Y Daniel Martin Moore lo sabe: lo que empezó como una rutinaria entrevista radiofónica con interpretación de un par de temas en directo, se transformó en una inesperada fuente de inspiración cuando se sentó a tocar un viejo piano en los estudios de la WVXU de Cincinnati. Alabado sea el efecto de la magdalena de Proust: al acariciar las teclas de aquel instrumento, el cantautor de Kentucky evocó de pronto las canciones gospel que le enseñaron su madre y su abuela. Por eso, después de su debut “Stray Age” (2008), en su segundo álbum “In The Cool Of The Day” da las gracias a su familia, “que inspiró este disco y me enseñó, con muchas de estas canciones, a amar la música”.
Grabado con su amigo y batería Daniel Joseph Dorff, el chelista Ben Sollee –con quien sacó “Dear Companion” (2010)–, la cantautora de country alternativo Haley Bonar y Yim Yames (My Morning Jacket y Monsters Of Folk), en “In The Cool Of The Day” Moore recopila algunas de sus canciones gospel favoritas, aunque abre con un tema propio, “All Ye Tenderhearted”, un breve cántico que sirve de hermosa introducción a la maravilla que se avecina.
El festival empieza con el trotón country-bluegrass “Dark Road” (en realidad, el “A Dark Road Is A Hard Road To Travel” de Grayson & Whitter), para entrar acto seguido en lo que podríamos denominar la “trilogía de Nueva Orleans”: el himno metodista compuesto en 1912 “In The Garden” (con un arranque que parece el tema principal de la serie “Tremé”, apoyado en un ritmo second line conducido por contrabajo y batería y un piano jazz, convirtiéndolo en una suerte de Harry Connick Jr. en los huesos), el tradicional “Closer Walk With Thee” (un clásico de los funerales de la ciudad criolla) y el “Up Above My Head” de Sister Rosetta Tharpe.
A esta explosion colorista le siguen el himno de William Lamartine Thompson “Softly And Tenderly” (cantado como una nana, con armonías de Bonar), el “In The Cool Of The Day” de Jean Ritchie (solo voz y piano, con una delicadeza extrema) y otro himno, “It Is Well With My Soul”. Y para terminar, otro tema propio, el precioso country-gospel “Set Things Aright”. Solo han pasado treinta minutos, pero bastarían para convertir al más agnóstico: así de convincente resulta Daniel Martin Moore.