En los discos de Lawrence conviven siempre tres elementos equidistantes en dedicación: música, letra y envoltorio. Cherry Red relanza esta obra maestra de culto de los años noventa con dos excusas: sonido mejorado y un festín visual que probablemente refleje la idea original de un artista testarudo acostumbrado a las restricciones presupuestarias. Fotografías inéditas (muchas de un Lawrence adolescente), memorabilia diversa y una profusión de detalles gráficos que hacen del objeto “Back In Denim” (1992) una inagotable obra de arte pop. Un trabajo que, por otro lado, adelanta con su glam rock de nuevo cuño (cuenta con Pete Phipps, batería de la Glitter Band) el producto melódico y musculoso que emplearían con profusión las ajadas estrellas del britpop, incluida cierta reivindicación de la identidad inglesa. O ridiculización de la americana con frases como “American rock: ¿nunca te has preguntado por qué el mundo entero siempre se está enamorando?”, aunque desde una sensibilidad individualista informada por la ironía y alejada de posturas populistas.
El primer disco de Denim se gesta en Nueva York por un midlander nostálgico de los sándwiches con rellenos infumables y de la subcultura pop setentera de su tierra natal. Escuchen las geniales “The Osmonds” o “I’m Against The Eighties”. Otras, como la iconoclasta “Middle Of The Road”, atacan la cansina idea de reverencia tan extendida en el rock hacia determinados personajes y estilos. Lawrence sorprendió a todos con un disco de transformación y confirmación, denso en ideas y lustroso musicalmente hablando. Un pop reivindicativo, de estrofas complicadas y estribillos pegadizos, todavía más centrado en las relaciones personales de su autor que en los asuntos sociales que también le tocarían de lleno en los años venideros.