Encasillar a Brian Piñeyro es tanto o más difícil que hacerlo con sus alias por separado. El productor de Queens, erigido en los últimos años en una de las sensaciones más frescas del underground neoyorquino, entrega a Incienso, el sello de Anthony Naples, “Dulce compañía”, su álbum de debut como DJ Python. Cuenta que el proyecto se gestó durante su estancia en Miami a mediados de la década pasada: quería recontextualizar los riddims dembow que atronaban desde los estéreos de los coches. Él mismo tuvo la chalada idea de llamar a lo suyo, medio en broma, “deep reguetón”, y aun así esa etiqueta peca de reduccionista.
Y es que, si bien la base del sonido de DJ Python es mezclar bases y samples dembow con el acervo clubber neoyorquino, es en el espacio que se encuentra entre la efervescencia percusiva y la gloria calma del ambient donde Piñeyro obtiene mejor rédito. Los polirritmos del reguetón son, pues, solo la punta del iceberg de un disco que aúna unas cualidades meditativas new age en su repetición, los humores flotantes del shoegazing en los tracks más elásticos o los ritmos rotos jungle que explora profusamente como DJ Xanax. Trasladar un género tan defenestrado por algunos a una escena tan purista como la electrónica de baile podría considerarse una provocación, pero el neoyorquino demuestra tal manejo de los sonidos que se confirma de paso como uno de los grandes reivindicadores de lo latino en la música de club.