El debut de Cameron Mesirow es un disco sofisticado y muy trabajado, elaborado con muchos planos sobre los que siempre dominan sus juegos melódicos de voces. El objetivo de Glasser parece ser la búsqueda de emociones sobre una electrónica ambiental con profusión de ritmos tribales y sonidos orgánicos con detalles étnicos que la acercan a un globalismo sonoro más vital que el de la new age. De manera simplista, la podríamos ubicar entre la inflamada electrónica exótica de Bat For Lashes y el glacial tecno ambiental de Fever Ray (de hecho, parte de la producción aquí corre a cargo de Van Rivers, que ya extendió con acierto ese sonido al nuevo disco de Blonde Redhead).
Pero hay mucho más: el pop de “Home” puede discutir el trono a Björk. Aunque quienes encuentran similitudes con Panda Bear exageran, el ambiente tribal fascina (“Plane Temp”, “Tremel”), con voces que son cantos de sirenas y después de brujas. “Mirrorage” es una maravilla que mezcla el latido tecno con el tintineo de las campanillas de viento y una marimba que en “Treasure Of We” llega al éxtasis melódico. El disco tiene una estructura simétrica que, según parece, pretende evocar el ciclo de “La Odisea” homérica (timidez artística no parece tener la chica) y en cuyo eje está la majestuosa “T”, que suena algo a Björk pero también a Ultravox. El equilibrio resulta entre la luminosidad poética de Kate Bush y la oscuridad gótica de Zola Jesus, con mucho talento e inteligencia para que algo tan premeditado resulte atractivo.