Su cantante, Shaun Ryder, reconoce que las drogas están fuertemente vinculadas a la música de Happy Mondays.
Pon ácido en los productos mutantes de Mark. E. Smith y el resultado será “Bummed” (Factory, 1988-GASA, 1989), este elepé de desconcertante brillantez que nos llega con casi un año de retraso, pero, como tú ya sabes, “nunca es tarde si la dicha llega”, que es el verdadero enunciado del refrán, aunque nos hayan rotulado la portada y suprimido la vistosa funda interior.
En ese intervalo se han lanzado remezclas de algunas de sus canciones en formato maxi, con una aceptación en las discotecas que ha sorprendido incluso al propio grupo. Pero si lo miramos bien no es extraño este triunfo, ya que “Bummed” está repleto de un perverso funk que, convenientemente arreglado, se convierte en algo mental y físico a la vez, en alimentación para el cuerpo y el cerebro, en acompañamiento para tu baile y tu pilule de XTC.
House, disco, psicodelia, de todo ello puedes encontrar rastros en el sonido de Happy Mondays, que devoran todas las influencias recibidas y, tras digerirlas, las regurgitan convertidas en un amasijo de tercera o cuarta mano, en canciones admirablemente deformadas cuyo paradigma es “Lazy Itis”, el tema que cierra este álbum y que es una analfabeta relectura del “Ticket To Ride” de los Beatles, “Gonna Make You A Star” de David Essex y “Everyday People” de Sly & Family Stone. Un revoltijo peculiarmente enredado construido con los restos del derrumbe previo perpretado con (contra) esas obras.
Y para los que piensan que estamos en tiempos de otro “summer of love” está la canción “Brain Dead”, que nos recuerda que el sueño hippie terminó en Altamont.