Parece ser que Inspira tiene un plan, y que este pasa por firmar un statement estético y sentimental en forma de disco. Uno que deja claro que diez años sí son algo cuando se habla de música y que invariablemente tienen que dejar huella sonora y lírica en lo que uno escribe. Es eso, o es que algo no se está haciendo bien.
“Greta” es el cuarto álbum de la formación y, aunque las letras de Jordi Lanuza tienen un peso esencial en él (¿o es que cuando se usan nuestras palabras estas parecen más relevantes?), aquí hay aspiración de colectividad. Así, los arreglos eléctricos, especialmente en la magnitud épica de piezas como “Eterns” y la engañosamente dulce “Podríem ser”, se montan sobre sintetizadores y teclados poco comunes en la formación barcelonesa (“Els nous instints”) para que cada uno de sus miembros tenga espacio para plasmar cómo ha vivido su propio paso del tiempo.
Como acostumbra a pasar con esos discos mal llamados “de madurez” (y que paradójicamente no siempre logran dejar de caer en algún momento en lo naíf), son constantes las referencias a lo que la vida nos tenía deparado sin que lo esperáramos. Parece ser que nos cuesta mucho hablar del pasado sin verlo con esa mirada ligeramente velada, acuosa; incluso así, “Greta” quiere ser un alegato optimista dirigido a aquellos que, como el protagonista de “Eterns”, esperan que la película termine bien.