Si “Post-Nothing” (2009), toda una declaración de principios desde el mismo título, fue su más que notable carta de presentación (y casi su obra póstuma, pues estuvieron a punto de separarse tras su aparición), Japandroids retornan tres años después –casi una eternidad en una época en la que el tiempo se mide por la velocidad con la que eres capaz de retuitear– con su particular fiesta rockera. Desprendiéndose del halo más polvoriento y rocoso que envolvía ciertos instantes de su primera referencia, inmediatos, pasionales y directos a la yugular, Brian King y David Prowse reaparecen desaliñados pero con estilo, sucios pero sin llegar a mostrar lamparones en sus vestiduras.
Explosivos como los fuegos artificiales que abren este “Celebration Rock”, los canadienses se descuelgan del pelotón con treinta y pocos minutos de efervescencia sónica donde confluyen la vertiente más melódica y adictiva del noise-rock noventero, la ferocidad punk pasada por el tamiz springsteeniano tal y como lo practican bandas como The Gaslight Anthem, Lucero o The Hold Steady, y ciertos guiños al rock de estadio resumidos en los innumerables “oh, oh, ooooh” que adornan los coros de piezas que acaban por tornarse irresistibles, como “The Nights Of Wine And Roses”, “Fire’s Highway”, “Younger Us” y ese pequeño himno escondido en un gran disco que es “The House That Heaven Built”.