Este trío de A Coruña se sale del rebaño de los nuevos grupos gallegos con su intrincado y poderoso rock instrumental. “Uno” no es un disco perfecto, pero convence por su caudal de ideas, su ímpetu a la hora de desarrollarlas y su versátil y socarrona utilización de la electrónica. En él enseñan los colmillos de un modo que recuerda al de Trans Am, enfrentando los sintetizadores con guitarras punzantes y baterías musculosas (“Trollatünga”, “Canyonero”). Lo normal en un primer álbum es desparramar energía, pero también que aparezcan momentos de titubeo. En cambio, ellos se desenvuelven con agilidad y firmeza.
Por su instrumentación, alguna composición en plan escapista, lo anguloso de su música y cierto pulso progresivo, las referencias al krautrock son inevitables (“Don Balón”, “Velocirrápidor”, “Misa en Detroit”). Sin embargo, Lendrone no es un grupo precisamente obvio. La única norma que se imponen cuando trabajan es eliminar cualquier tabú, cuentan. Por eso, en medio de una paleta dominada por sonidos abrasivos, les cabe una canción de cuna que parece música hecha con juguetes, “La mécanique moderne”. Y sus estructuras son imprevisibles sin perder nunca pegada, algo en lo que recuerdan a Unicornibot.