Pocos artistas se atreven a lanzar varios trabajos a la vez, pero Mark Fell no es cualquier artista, y pocas cosas le gustan más que llevar la contraria. En menos de un mes, el hombre más prolífico de Rotherham (al lado de Sheffield) publicó nada menos que un 7”, una cinta y dos álbumes en formato CD, en una especie de declaración de principios monumental sobre demasiadas cosas para ser citadas aquí. Y aunque se trata de dos obras bien diferenciadas, con carácter y temperamento propios, estos dos CDs titulados “Multistability” y “UL8” se pueden entender como piezas complementarias. Es más, concebirlas de esa forma ayudará a muchos a penetrar algo más adentro en este hermético mundo de formas abstractas y arabesco audible que Mark lleva años capitaneando.
Ambos discos destacan por una monumental economía de recursos que resulta crucial para su desarrollo; es precisamente en esa limitación autoimpuesta de elementos compositivos donde Fell se apoya para esculpir múltiples permutaciones de patrones rítmicos y secuencias sintéticas que parecen tener vida propia. Y tanto da que los sonidos sean acordes cálidos, como en “Multistability”, o las ásperas superposiciones de ondas cuadradas de “UL8”: es la forma en que todos esos fragmentos se organizan lo que les confiere una innegable personalidad.
Como un telar de Jaquard, pero infinitamente más retorcidas, como una doble hélice de moléculas de ADN, pero todavía más impredecibles, las estructuras que rigen estos dos trabajos juegan con la tensión y experimentan con la dinámica, al tiempo que siguen deconstruyendo el legado del techno clásico. Como ocurre también en la obra de snd (el dúo que lo une a Mat Steel), estos dos álbumes rompen a pedazos el lenguaje elemental de la música de baile para recomponerlo bajo la mirada de un amante de la abstracción geométrica. Mitad ejercicio estético, mitad experimento computacional. Mitad silogismo hipotético, mitad tela de Bridget Riley. ¿Sigo?