En los créditos de su cuarto álbum, Melody Gardot da gracias especiales a los vagabundos, delincuentes, apostadores y otros desclasados que, según ella, constituyen la sangre, la realidad de Los Ángeles. “Esas son vuestras historias”, concluye, dejando claro que estamos ante un trabajo menos personal y más narrativo. También concienciado, muy basado en la idea de justicia social que tan bien desarrollaron cierto soul y funk de los años setenta. Es de agradecer que la vocalista de Filadelfia se aparte así de la idea de producto de consumo de qualité para paladares exquisitos y billeteras robustas con el que comúnmente se asociaba.
Sigue habiendo torch songs para calentar cenas íntimas, claro (“Don’t Misunderstand”, “If Ever I Recall Your Face” o “Once I Was Loved”). Pero también temas inspirados en crímenes racistas como “Preacherman”, homenaje a Emmett Till, un chaval negro de 14 años que fue asesinado en 1955 por flirtear con una mujer blanca. Su diagnóstico sobre la crisis queda claro en “Bad News”, tema con reminiscencias del “Fever” de Eddie Cooley y John Davenport que popularizara Peggy Lee y que la propia Gardot había versionado previamente en directo.
La artista toca guitarra y piano, adopta voz de mujer fatal que observa y moraliza, y recurre a una grabación completamente analógica para preservar el halo de autenticidad. Además del álbum convencional, hay una edición especial con un “Artist’s Cut”, arreglado y diseñado para fluir como una banda sonora.