Es conocido que Merzbow es un hombre complicado, uno de esos japoneses estrictos de ideas radicales y comportamientos extremistas. Teórico del bondage y el sado maso, vegetariano hardcore, militante animalista y ultraecologista, nos enteramos ahora de que, entre los cerca de trescientos álbumes que lleva publicados, resulta que aún guardaba material inédito. Se trata de horas y horas de grabaciones, pertenecientes a una supuesta faceta ambient, que fue grabando entre 1987 y 1990 y que habría mantenido en secreto, hasta que prácticamente él mismo lo olvidara, y que ahora ve la luz –una luz más bien turbia– en un box set de doce CDs en edición limitada de 555 copias.
Pero que nadie se lleve a engaño: no cabe esperar ovejas pastando en verdes prados ni amaneceres ibicencos; Merzbow no es una propuesta artística, es una forma de plantearse la existencia, así que “Merzbient” se presenta como una modulación de esa película de terror psicológico en bucle que vendría a ser una síntesis de la cosmovisión del maestro japonés del noise. Si en algo nos puede servir la etimología, vale la pena recordar que Akita se inspiró en “Merzbau”, la gran instalación escultórica que el dadaísta alemán Kurt Schwitters (1887-1948) construyó de manera permanente a base de desechos y material de derrumbe, para definirse a sí mismo y al modus operandi que rige su trayectoria.
En este sentido, su trabajo ambiental aporta a su obra en progreso una versión más esponjada y orgánica del impresionante catálogo de detritos que domina su vocabulario sonoro. Cada uno de los dieciocho temas –más de diez horas– que componen esta recopilación es en sí mismo un trabajo completo e independiente, composiciones libres sin estructura interna que combinan elementos de terror digital y dron con torturas acústicas –un violín violentado, letanías de percusiones y un instrumento DIY definido como “un gran cachivache casero construido con una caja de metal y cuerdas de piano” que Merzbow toca con un arco de violín– dirigidos a describir los jardines zen (como el artwork que acompaña la caja) de pesadilla que es su mente.
¿Graba Masami Akita-san de manera compulsiva? Rotundamente, sí. ¿Es asumible y necesario semejante nivel de producción? Pregunta mal formulada. El quid de la postura de Merzbow, articulada a partir de una estrategia cuantitativa de erosión, radica precisamente en que la utilidad artístico-política del noise no puede plantearse en los mismos términos que el resto de la música. Únicamente cabe abandonarse a su poder destructivo para empezar –apenas empezar– a concebir la posibilidad de construir desde cero. 