Los dos últimos discos de Paul Weller, “22 Dreams” (2008) y “Wake Up The Nation” (2010), eran sensacionales. Sí, sí, sensacionales. Dos álbumes que cualquier otro clásico moderno hubiera querido despachar tras más de medio siglo de vida, treinta y pico años de carrera y once discos en solitario. Incluso si desconociéramos estas circunstancias de su autor, dichos álbumes seguirían cotizando muy arriba: rock adulto en el buen sentido, sin tonterías y sin perder ni las aristas ni la sensación de aventura que siempre debe acompañar a toda creación verdadera. Weller, que tantos años llevaba apoltronado en su particular dad’s rock (nunca indigno, nunca tampoco trascendente), recuperaba una categoría más parecida a la de Elvis Costello que a la de Graham Coxon o Noel Galagher (ambos colaboradores de este nuevo disco, por cierto).
“Sonik Kicks” es un trabajo que, de no haber tenido estos dos antecedentes inmediatos, quizá ahora tendría una mejor evaluación. Porque Paul Weller sigue dispuesto a derrochar ideas (aunque no siempre sean buenas), a ponerse arisco si es lo que toca e incluso a experimentar, con todas las comillas que queramos ponerle al verbo. Pero los tornasoles psicodélicos que esta vez ha querido que pinten el álbum no siempre seducen como él se imagina. “Green”, “Paperchase”, “The Dangerous Age” o “Kling I Klang” se escoran peligrosamente hacia el rock con “marchita”, como de pureta enrollao. Y siendo cruel, pero sincero, en “By The Waters” se nota que está perdiendo voz. Sin embargo, si se cuadra con el pop (“The Attic”, “Be Happy Children” o “When Your Garden’s Overgrown”) o reconoce que le gustaría ser negro como en “Study In Blue” (puro Style Council, circa 1984), entonces es cuando nos volvemos a dar cuenta de que Paul Weller va en la casilla de maestros y no en la de alumnos.