Aaron Maine prosigue su exploración del synthpop más nocturno y melancólico que imaginarse pueda después de “Pool” (2016), cuyos parecidos con el anterior y más indie folk-rock “Slow Dance In The Cosmos” (2013) eran meras coincidencias. La soledad es ahora menos una estética que una realidad: la mayoría de los temas fueron compuestos mientras Maine rompía lentamente con Greta Kline (alias Frankie Cosmos), hasta entonces inseparable también en lo musical; aportó voces y bajo a los dos álbumes previos.
Algunas separaciones dan pie a discos que son, ya sabemos, grandes monumentos pop y torrentes de expresividad. En el caso de Porches, esa separación ha resultado en que la inspiración solo aparezca de forma intermitente. “Find Me”, segundo single, es casi un banger techno, su eficacia es indudable; la menos rotunda pero interesante “Goodbye” cuenta con giros melódicos de los que pueden estrangular emocionalmente, en el mejor sentido posible.
Pero, en general, Maine no muestra en “The House” la misma inspiración melódica que en “Pool” y abusa de filtros vocales que todavía no sabe usar como Kanye West o Bon Iver. En el repertorio se cuelan, además, algunos interludios –“Understanding”, cantado por su padre, o “Åkeren”, recitado por su nueva novia, la actriz y modelo Kaya Wilkins–, que, lejos de ayudar a la narrativa, solo hacen el conjunto más irregular e insatisfactorio. Él reconoce haber hecho un disco poco cohesivo. Quizá solo debió hacer un EP, o igual esperando y reflexionando un poco habría logrado un mejor álbum.