El regreso a la actividad de Suede convoca sensaciones encontradas. Inevitable, porque el grupo londinense no es uno cualquiera. Han sido siete años de ausencia, con poco de ornamento –la flácida carrera en solitario de Brett Anderson, la marcha de Simon Gilbert al Lejano Oriente, el trasvase de Mat Osman al periodismo on line a través de ‘le cool’– y mucho de delito: el aguachirle de The Tears, fútil quiero y no puedo protagonizado por Anderson y Bernard Butler hace poco más de un lustro. No extraña, por tanto, el arqueo de ceja ante su segundo advenimiento. Pese a todo, este “The Best Of” hace honor a su nombre, se perfila como inmejorable carta de presentación para recién llegados y se erige en azote de olvidadizos o detractores.
Sin nuevo material al que aferrarse, Suede opta por el rescate de sus gloriosos sencillos –el primer disco es una copia casi facsimilar de “Singles” (2003)– y añade un segundo volumen magnífico, sostenido por la grandeza de su tríada inicial: “Suede” (1993), “Dog Man Star” (1994) y “Coming Up” (1996). Los dos primeros, compuestos íntegramente por Anderson y Butler, abrieron una brecha expresiva insalvable para la mayoría de sus coetáneos, incapaces de aguantar el tirón creativo de un equipo en verdadero estado de gracia. Que “Killing Of A Flashboy” o “My Insatiable One” no pasaran de la cara B y “This Hollywood Life”, “The Asphalt World” o “Heroine” no llegaran a la cara A despeja cualquier duda al respecto. Tras la marcha de Butler, ya aislado durante la grabación de “Dog Man Star”, el grupo renovó sus votos y entregó un álbum aún pletórico, pero ni “Head Music” (1999) ni “A New Morning” (2002) estuvieron a la altura. Basta con escuchar a sus embajadores en este recopilatorio para confirmarlo.
Miserias y debes al margen, nos quedan casi una veintena de clásicos del pop británico de los noventa –pocos grupos de su generación tiene un “lo mejor de” así– y la esperanza de que lo que esté por venir no eclipse el brillo de su soberbio legado.