La tensa ciudad al este de Malí, hogar de juventud del militante grupo y simbólico baluarte de resistencia tuareg, proporciona no solo el título, sino también la atmósfera del cuarto disco en estudio de Tamikrest. Hechos de la misma arena que sus héroes Tinariwen, aquí la banda sigue esa tradición lírica tishoumaren, abordando cuestiones relacionadas con la supervivencia político-cultural del pueblo en medio de la constante opresión regional. Contenido de difícil exportación, pero indiscutible propulsor sónico: como ya es habitual a estas alturas del apogeo musical bereber, la barrera lingüística apenas molesta.
Es un álbum tradicional dentro del género (la influencia occidental colándose en el tratamiento de la guitarra, ecos del Delta norteamericano retumbando) sin sustanciales intentos de romper con la forma, la cual presenta un adecuado equilibrio entre dos tipos identificables de hipnosis: la sosegada evocación del espectral desierto y la furia rítmica procedente de las calles. Así, el desafiante vacío sahariano o “blues” árido (“Manhouy Inerizhan” o la dosis meditativa de “Tanakra”) convergen con la reiteración enraizada en la llamada-y-respuesta propia de la fiesta urbana (“War Toyed” y su galope). Aunque es una muy digna aportación al catálogo tishoumaren y una no menos relevante constatación política, es probable que su convencionalismo no suscite el interés de aquellos menos acérrimos a la música africana.