Este es un debut para dejarse llevar por la efervescencia. Y que refleja bien la frescura en directo del imberbe quinteto londinense, vista y oída ya en sus visitas a España. Con East London como marco, Duncan Barrett y compañía desgranan sus batallas de apasionamiento juvenil con una convicción a menudo irresistible. Y no importa demasiado que en el disco se cuele ese virus afropop que abunda en exceso en el indie reciente: sus notables canciones pueden con él.
Lo que no es ninguna sorpresa es que hayan contado en la coproducción, junto con el bajista del grupo, Giles Barrett, e Ian Button (de Death In Vegas), con Simon Trought. Este ha trabajado antes con artistas que aparecen entre las referencias de Tigercats: ya sea el twee pop de Allo Darlin’ o el costumbrismo de Darren Hayman. La voz de Duncan trae ecos de Hefner y cuenta con contrapuntos de la teclista, Laura Kovic, que cierra el álbum cantando en solitario la desvalida “Jonny”.
Pero, en general, aquí hay guitarras como hélices que invitan al baile o que te acaban llevando hasta él tras empezar al ralentí. También un jitazo, “Full Moon Reggae Party”. Vibrante. En una onda parecida, perseveran “Easter Island” o “Banned At The Troxy” (aliño en falsete de Duncan en la primera, dulce ayuda vocal de Laura en la segunda). Y no teman, no hay tanta redundancia: títulos llamativos (aunque no siempre hablen de eso) como “Stevie Nicks”, “Harper Lee” o la pausada “Kim & Thurston” abren el abanico sonoro. A medio plazo, habrán de ir despegándose de las influencias (“The Vapours” es purito Violent Femmes), pero, de momento, estos chavales prometen. Y molan.