Aunque no haya trascendido comercialmente, el dubstep es, en términos creativos, lo mejor que le ha pasado a la electrónica británica en mucho tiempo. Incorporados Burial, Skream y el gran Kode9 a la programación de clubes y festivales de medio mundo, el género disfruta hoy de un notable reconocimiento internacional, algo impensable cuando Sam Shackleton y Laurie “Appleblim” Osborne fundaron el que, dos años y siete referencias después, es uno de sus sellos de cabecera.
Aparte del nombre, inspirado en un ritual centroafricano por el cual los jefes tribales exhuman los restos mortales de sus antepasados para hacerles partícipes de sus ceremonias, Skull Disco puede presumir de otros tres rasgos distintivos: las portadas, diseñadas por Zeke Clough como si viniera de dar sepultura a Robert Crumb; el formato, preciosos doce pulgadas limitados a quinientas copias donde los dos copropietarios comparten protagonismo; y, por supuesto, el sonido, un (mal) viaje al corazón de las tinieblas que tiene en este antológico doble CD un siniestro souvenir.
Impresionante hasta el congojo en la intimidad de los auriculares, “Soundboy Punishments” (2007) completa con citas al repertorio de SHACKLETON en Mordant Music y Hotflush Recordings el repaso a la trayectoria de una etiqueta más afín a Basic Channel y Nettlephonic que a Tempa o Hyperdub. Con sus esqueléticas tramas percusivas y su guiño a Muslimgauze y DJ /rupture en la asunción de dinámicas propias de la música oriental –reminiscencias qwalli en “Hypno Angel”, folclore palestino en la muy explícita “Hamas Rule”–, el productor londinense articula una visión personal y del todo intransferible que contrasta con las aportaciones, menos sustantivas pero bien respetuosas con el legado post-hardcore, de APPLEBLIM y GATEKEEPER.
Por último, la inclusión de su “Blood On My Hands” en la versión que, remezclada por Ricardo Villalobos, sirve de sintonía oficial para la primera cumbre dubstep/microhosue de la historia remata el ingreso en la excelencia de un autor –de una marca– que, además de respeto, infunde temor.