La desaparición de Mikel Laboa (1934-2008) no solo dejó huérfana la cultura del País Vasco: el mundo entero perdió a uno de esos grandes creadores, irreemplazables, capaces de convivir sin fricciones con lo local y lo universal, con lo popular y lo experimental, con el pasado y con el futuro. La influencia de Laboa es tan ancha y vital que su muerte “real” jamás acontecerá: su aliento resuena y resonará en todas las generaciones por venir y su legado siempre será descubierto por nuevos aventureros que quedarán hechizados por la riqueza de una obra poliédrica y sorprendente.
No es la primera vez que la escena rock de Euskadi le rinde homenaje: ya en 1990, el M-ak Xabier Montoia impulsó el álbum “Txerokee”, editado por Elkar, donde gente como Negu Gorriak, Delirium Tremens, Bap!!, Su Ta Gar y Tapia eta Leturia daban su particular visión de las partituras del músico de San Sebastián.
“Txinaurriak”, auspiciado por Bidehuts, sigue ese camino –filtrar por el rock unas músicas en principio no concebidas para él– con unos resultados extraordinarios. Porque todos los implicados, además de mostrarle sus respetos a Laboa, han sacado lo mejor de sí mismos y del material original para ofrecer una panorámica rica y diversa no solo del autor de “Bat-Hiru” (1974), sino también de las posibilidades expresivas que el rock (con o sin post) todavía es capaz de ofrecer.
Editado con mimo en doble vinilo (de color blanco) o doble CD, el disco convoca a la plana mayor de Bidehuts –ANARI, WILLIS DRUMMOND, LISABÖ, INOREN ERO NI, MURSEGO, AUDIENCE, GORA JAPON, HOTEL (con MIREN IZA de Tulsa)...– e invita a francotiradores de fuste fuera de toda sospecha –el citado XABIER MONTOIA, RUPER ORDORIKA, AMA SAY, ATOM RHUMBA...–, que se pasean por fragmentos de álbumes como “Lau-Bost” (1980), “6” (1985), “12” (1989), “14” (1994) y “Gernika-Zuzenean 2” (2000), además, claro, del mentado “Bat-Hiru”, considerado el mejor disco de la historia de la música vasca y aquí el más representado con siete de las diecinueve reinterpretaciones.