Cuando compartes piso, la música constituye un elemento de guerra y paz. Vaya mierda de música que te gusta, gritan frecuentemente desde el comedor. O ¿y quiénes son esos? ¿Famosos? Pues les gusta pillar: la guitarra está sacada del “My Sweet Lord”. La primera frase se refiere a la percepción que una persona amante de la radiofórmula pueda tener de “Bull Black Nova”. La segunda acierta con la guitarra de adorno de “You Never Know”. Dos canciones testimonio de los parámetros continuistas de los Wilco actuales: los destellos experimentales empezados en el sublime “Yankee Hotel Foxtrot” (2002) por un lado; por el otro, la búsqueda de esas melodías impagables –a través de la fórmula a lo Beatles inaugurada en “Summerteeth” (99), como puede palparse en el tono “The Ballad Of John And Yoko” de “Sonny Keeling”– que se convierten en eternas cuando las acaricia la voz maravillosa de Jeff Tweedy.
A estas alturas, titular un álbum como “Wilco (The Album)” y arrancarlo con una canción llamada “Wilco (The Song)” podría abrir un debate farragoso. Todo un síntoma. ¿De qué? No sé, pero no me apetece mucho pensar en ello mientras disfruto de la magia de “You And I” –colabora Feist– y “I'll Fight”. Sí, lo voy a soltar antes de que me arrepienta: este álbum es mejor que “Sky Blue Sky” (2007) –donde Wilco caían a veces en la acústica aséptica de sala de espera– y que –gracias a limitar las pretensiones vanguardistas– “A Ghost Is Born” (2004). De hecho, es su mejor álbum exceptuando “Yankee Hotel Foxtrot”, y el mejor regalo que podrían ofrecer en pleno 2009 a sus afortunados y felices seguidores.