La “regla de los tres capítulos” parece una forma justa de tomarle el pulso a una ficción televisiva. Sucede sobre todo con las sitcoms, cuyas químicas actorales y posibilidades de tiro cómico tardan a veces en solidificarse, pero también con los dramas serializados: igual que hay algunos con pilotos de vértigo aunque de cursos dudosos (“The Walking Dead”, “Héroes”), existen los que solo dan la justa medida de sus posibilidades pasado el duro trabajo de introducir un mundo, unos personajes, una historia.
Entiendo a quienes dejaron “The Leftovers” tras el primer episodio, especialmente porque las veinticuatro horas del día se acaban antes o después. Pero el movimiento fue quizá prematuro. “The Leftovers” no es una serie perfecta, pero sí posiblemente la menos acomodaticia que se haya estrenado en los últimos meses.
Hablamos de una serie posapocalíptica, pero no de otra serie posapocalíptica. El paisaje derruido, casi deshabitado que abunda en esta clase de historias se intercambia por una pequeña localidad inventada (Mapleton, New York) como salida de un cuadro de Norman Rockwell. Y lo que da más miedo no es lo que ves, sino lo que no está ahí. Los efectos de una Marcha Repentina por la cual ha desaparecido de la Tierra un dos por ciento de la humanidad. Esto es el Apocalipsis desde un punto de vista doméstico. La pregunta clave es cómo se sobrevive a lo inexplicable, cómo se sostiene el individuo (y también la sociedad) frente a algo que escapa a su entendimiento. Un algo que, por otro lado, solo es una versión maximalista/sobrenatural de la triste pérdida de toda la vida.
Los hay que intentan seguir adelante, los que tratan de simular que aquí no se ha evaporado nadie. Otros han dejado las convenciones de la sociedad para reunirse alrededor de líderes místicos; el caso más extremo, Los Remanentes Culpables, una entidad nihilista liderada por la temible Patti de Ann Dowd. Lo más parecido a un protagonista que tiene la serie, el jefe de policía Garvey (Justin Theroux), se sitúa casi contra su voluntad en un medio camino: mientras trata de comportarse civilizadamente para servir aún de modelo de integridad a su comunidad y, sobre todo, salvar lo que queda de su familia, algunas pulsiones oscuras luchan en su interior por tomar el control. (No revelaré cómo se manifiestan para no arruinar algunos extraños escalofríos y giros de la serie).