“Este –apunta Crespo– es el trabajo más conceptual y más meditado de Balago. Hasta ahora la forma siempre nos había resultado más interesante que el concepto, pero en este disco, donde la forma también es importante, hemos puesto mucho énfasis en el concepto. Es un todo: la foto de la portada, el título del álbum y el de los temas, el clip, el ‘teaser’ que hicimos...”. Todo ello conforma un mensaje “absolutamente misántropo y una crítica a la especie humana”, señala.
Llegados a este punto de la conversación, emerge la convicción por parte del músico de que “la humanidad es un error evolutivo”. Conclusión a la que ha llegado “a través del animalismo, el naturalismo y el ejercicio de revisar los últimos dos mil años de historia. Solo hemos avanzado tecnológicamente, pero no en términos de empatía. Los problemas son los mismos: el racismo, el sexismo, el especismo... Y, además, ahora sumamos a todo esto la era digital. Como dijo Stephen Hawking, a la humanidad le quedan cien años”.
En coherencia con el poco tranquilizador marco conceptual que se ha descrito, las diez pistas de “El demà” discurren por un vibración tenebrosa cuando no abismal, en la que no obstante también hay lugar para ciertos episodios líricos que, como advierte Serradesanferm, “puede ser que en algún momento alguien los interprete como un giro esperanzado, aunque esta no era la intención”. “En el mundo de la música electrónica –considera a su vez Crespo– te encuentras con gente que puede pasarse seis minutos sin cambiar de nota, y que solo va modificando la textura. Nosotros no nos conformamos con quedarnos en la superficie del ruido y las texturas; también buscamos un cierto preciosismo musical, lo que implica trabajar las melodías y las armonías. El hecho de no tener voz exige que nos tengamos que esforzar por mantener la tensión, y eso se logra con melodías bellas que te atrapen, o jugando con planos diferentes, encadenando mediante puentes en una misma pieza tres temas o partes que, por separado, tal vez no funcionarían”.