La distinción entre alta y baja cultura es otro de los asuntos por los que cabe interrogarse. ¿Diluye o difumina fronteras la decisión de la Academia Sueca? Alondra Bentley tiene claro que sí: “De alguna manera, con esto los académicos le están diciendo al mundo que en el universo del folk, rock, blues o country te puedes encontrar con algunas de las mejores piezas de literatura que se han escrito”. Javi Vielba (Arizona Baby y Corizonas) parece estar de acuerdo: “El impacto de Dylan en la cultura, tanto popular como académica, es enorme”. Y Josele Santiago considera el premio como una buena oportunidad para neutralizar interferencias: “La música culta y la popular harían muy bien en superar sus problemas de comunicación. Sería muy enriquecedor para ambas, tienen mucho que contarse. Este podría ser un paso importante en este sentido”.
Hablamos de un premio Nobel de Literatura que, ante todo, es compositor de canciones y, no está de más recordarlo, sustantivo intérprete de las mismas. Así que pedimos a nuestros interlocutores que hagan el esfuerzo de aislar la escritura del norteamericano antes de abrir el catálogo de fascinaciones personales. Yuri Méndez (Pájaro Sunrise) lo intenta, pero no lo consigue del todo: “Más que su escritura, admiro que durante muchos años sus letras y su forma de cantarlas expresaban la misma cosa. No es fácil, y creo que está al alcance de muy poca gente”. Alondra Bentley da muchas coordenadas para ubicar con exactitud su embeleso: “El modo en que condensa imágenes, reflexiones, contextos históricos, geográficos, conceptos mundanos o espirituales en rimas sencillas. Sus letras son como collages en los que conviven diferentes estilos y temas con una coherencia maravillosa; hace que algo muy complejo sea sencillo y armonioso”. Y Eva Amaral no tiene reparo en otorgarle un diez: “Para mí es perfecto. Su ironía, la sonoridad y el ritmo de las palabras, la libertad con que mezcla conceptos, figuras e historias detrás de las que se esconden héroes y monstruos. Su maravillosa mala leche arremetiendo contra todo y todos cuando le viene en gana, de la manera más elegante y sin despeinarse”.
Por enredar, animamos a nuestros invitados a que se queden con sus versos favoritos del de Duluth. Empieza Baró: “Hay unos cuantos”, advierte, pero se decanta por “el que no está ocupado naciendo, está ocupado muriendo”. Vielba opta por “Tiene que haber alguna forma de salir de aquí, le dijo el bufón al ladrón, hay demasiada confusión, no consigo encontrar alivio”, y razona su respuesta: “Me parece que este fragmento describe certeramente los tiempos que corren”. Méndez tampoco duda –“It was another lifetime, one of toil and blood, when blackness was a virtue, and the road was full of mud”– y aclara que “esas cuatro líneas llevan dándome vueltas en la cabeza desde que era un crío”. Veneno prefiere subrayar el conjunto: “Lo importante es el ‘quejío’ de la letra y de la voz”, señala. “Ese ambiente suyo, libre y desbocado, es lo que tengo siempre en mi mente”. Y Amaral apela a la figura del “viento idiota que sopla desde tu boca cada vez que hablas”: “Viendo la televisión me viene muchas veces a la cabeza lo de viento idiota”, sonríe. César Luquero