Tus dos últimos lanzamientos son directos: “Kicking Television. Live In Chicago” (Nonesuch, 2005) de Wilco y el DVD de tu gira en solitario, “Sunken Treasure. Live In The Pacific Northwest” (Nonesuch-Warner, 2006). ¿Qué opinas como oyente de los discos en directo? Pueden estar bien. Hay algunos que dicen muchas cosas sobre un grupo. Ahora estoy bastante colgado del “Live At The L.A. Troubadour” de Fairport Convention. Lo han reeditado hace poco y me encanta. Lo grabaron en 1970. Sandy Denny acababa de dejar el grupo, pero aún estaba Richard Thompson en un gran momento. No me canso de escucharlo. Por el tono de la pregunta, no te gusta lo que saco últimamente, ¿no?
Lo mismo me he perdido algo. Mi problema es que no disfruto los directos de grupos que he visto en concierto. Me parecen sucedáneos o souvenirs de merchandising. ¿Tú podrías citar un directo que te guste de un grupo que hayas visto en directo? (Piensa un minuto). Ahora mismo tengo que darte la razón: no se me ocurre ninguno. Pero a los discos en vivo no hay que juzgarlos como discos pop. No tienen la obligación de tener un impacto artístico en el mes siguiente. Para Wilco es válido porque documenta nuestro estado de forma en una época determinada. Eso nos ayuda a pasar página. Quizá para ti no tenga valor, pero sí para un chaval que vive en Nueva Jersey y no puede acercarse a vernos. O para un fan de dentro de cuarenta años.
En el DVD citas una frase de Kim Gordon, Sonic Youth, que dice: “La gente paga la entrada de un concierto para ver a un grupo creyendo en sí mismo”. ¿Por qué crees que pasa eso? Hoy en día la gente tiene problemas para mantener su autoestima. Un concierto es una oportunidad de estar en un ambiente relajado y reforzar la creencia en tus posibilidades. Pero, ojo, no lo veo como un ritual de adoración al artista. Si quitas al público de la ecuación de un directo, te quedas desnudo. Los músicos muchas veces nos vemos como la flor, cuando en realidad somos el tiesto. Eso lo tengo claro.
Se ha hablado mucho de la música de Wilco y poco de las letras. En “Ashes Of American Flags”, de “Yankee Hotel Foxtrot” (Nonesuch, 2002), cantabas: “Me pregunto por qué escuchamos a los poetas / cuando a nadie le importan un carajo”. ¿En qué poetas pensabas cuando escribiste eso? No pensaba en nadie en concreto. Esa frase no era una crítica al público, sino más bien a la poesía actual, que tiene una actitud elitista y parece satisfecha de vivir aislada en su rincón académico. La poesía tiene un problema de comunicación con la gente corriente. Me gustan sobre todo los poetas que cuando los lees dices: “Esto lo podría haber escrito cualquiera”. Yo leo poesía todo el rato, pero no podría nombrarte a un autor contemporáneo. Me importan un carajo los nombres; solo recuerdo los versos.
¿Cuál es el último qué te gustó? No me hagas esto... Ahora mismo solo aparecen en mi cabeza versos de gigantes de la poesía estadounidense: Frank O’Hara, William Carlos Williams, Robert Frost... ese tipo de gente. Todos ellos me han inspirado mucho.
¿Qué es para ti una buena letra? Escribir canciones es una forma de acceder a tu subconsciente. Te permite explicar cosas que no puedes articular intelectualmente. Varias letras de “A Ghost Is Born” las compuse poniéndome en el punto de vista de un insecto o un animal. “Company In My Back” la escribí como si yo fuera una abeja. No trata de intentar sentirse una abeja, sino de mirar el mundo desde esa perspectiva. Ponerme en la piel de un animal es un intento de escapar de mí mismo. Esa es una motivación esencial de mis canciones. Mi definición del proceso artístico es ser capaz de comunicarte con tu subconsciente. Mucha gente solo consigue ponerse en contacto con eso cuando sueña. Hay artistas que se meten ahí y no logran volver. Mira Syd Barrett. Yo no creo que tomase drogas porque estuvieran de moda; seguro que las tomaba para acceder a sitios más elevados, pero es una pena, porque hubiera podido componer canciones igual de buenas sin tomar drogas.
¿Has escuchado el disco de Babyshambles? Creo en serio, muy en serio, que la gente debería avergonzarse de sí misma. Dándole un solo segundo de atención a Pete Doherty le estamos permitiendo vivir el tipo de vida que le está destruyendo. Tú deberías avergonzarte de ti mismo por haber mencionado el álbum de Babyshambles en esta entrevista. Yo nunca le prestaría un segundo de atención. Lo único importante es que este chico necesita ayuda. Si crees que escuchar su disco va a ayudarle, estás equivocado. ¿Estás de acuerdo conmigo? ¿Crees que ese disco es arte?
Sí creo que ese disco es arte y no estoy de acuerdo contigo. El problema es que quedan cinco minutos de entrevista y hablar de Pete Doherty da para varias horas. No me gustaría tratar este asunto de manera superficial. Mejor cambiamos de pregunta. ¿Por qué no me cuentas algo más del nuevo disco de Wilco? Lo único que se me ocurre decirte es que he aprendido a hacer “fingerpicking” con un tercer dedo. He estado practicando este verano y ya controlo bastante. He aplicado eso en varias canciones. Pero ¿por qué me preguntas sobre Babyshambles si luego no quieres seguir hablando de eso?
Sí quiero seguir. Pero, bueno, tú ni siquiera has oído el disco, ¿no? No he dicho eso. Simplemente, me niego a comentar ese álbum en una entrevista. Ese no es el arte que debería interesarte. Hay gente haciendo arte de verdad en vez de destruirse a sí misma. Lo que pasa es que eres incapaz de resistirte a esa historia porque eso te permite alimentar al público con un montón de mierda sobre el mito del artista torturado. Ese chico va a ser una pérdida de talento toda su vida. A la gente le fascina la idea del cadáver bonito. No es problema de Doherty; es un problema de todos nosotros. Yo soy de la escuela de los que prefieren que Doherty sea feliz aunque sea a costa de dejar el rock’n’roll. La gente le glorifica y se ríe de él al mismo tiempo. Es una actitud repugnante. Sé que sueno amargado: lo que está pasando Doherty es algo que he pasado yo, y tengo sentimientos muy fuertes sobre ello. La validez del arte torturado se toma como regla, cuando en realidad es la excepción. Doherty se ha creído el personaje que los medios le han hecho creer que es, pero no le veo suficientemente fuerte para el papel. Nunca lo conseguirá. Eso es lo importante. Está en una situación en que comentar su música me parece banal. 