Elvis había oído el disco de Jerry Lee, y cuando este cantó un fragmento de “Crazy Arms”, sonrió y dijo:
–Teníamos sentado ante el piano al hombre equivocado.
–La verdad es que tenía ganas de decírtelo –dijo Jerry Lee sonriendo a su vez y mirando a Elvis a los ojos, clavándole los suyos por un instante, sopesando lo que había detrás y luego rehuyéndolos–. ¡Hazte a un lado!
En su columna de prensa del día siguiente, Robert Johnson describió de esta forma la fría tarde previa:
“Nunca he disfrutado tanto como ayer, cuando me pasé por el guirigay que se había montado en el sello de Sam Phillips, Sun Records, en Union Avenue. Nos lo pasamos pipa. Carl Perkins estaba allí para realizar una sesión de grabación, y tiene un tema que va a pegar tanto como ‘Blue Suede Shoes’. Estamos intentando organizar una primera audición para los fans de Memphis antes de que la canción salga, en enero. Johnny Cash se dejó caer por allí. Jerry Lee Lewis también estaba allí, y después apareció Elvis.
Elvis se fue derechito al piano y empezó a tocar ‘Blueberry Hill’ en plan Fats Domino. Revolucionaron completamente el local antes de haber terminado. Elvis tiene en gran concepto a Jerry Lee Lewis. ‘Ese chico sabe lo que se hace’, comentó. ‘Creo que tiene un gran futuro por delante. Tiene un estilo distinto, y su forma de tocar el piano me deja pasmado’.
Nunca había visto a Elvis tan simpático como cuando lo vi entreteniéndose y pasándoselo en grande con estos otros tipos con los que comparte las mismas aficiones.
Si Sam Phillips hubiera estado más alerta, habría puesto la grabadora en marcha cuando esa pandilla tan talentosa y que no había ensayado siquiera empezó a hacer el indio con ‘Blueberry Hill’ y un montón de otras canciones. Este cuarteto sería capaz de vender millones”.
Unos días más tarde, Sam Phillips envió un comunicado de prensa a los disc-jockeys que estaban en la lista de contactos de Sun. La hoja de siete por doce pulgadas reproducía la columna de Robert Johnson, junto con la fotografía de George Pierce del Cuarteto del Millón de Dólares. Al final de la hoja había un mensaje de puño y letra de Sam:
“¡Lamentamos que todos y cada uno de vosotros, maravillosos disc-jockeys responsables de que estos chicos figuren entre los más conocidos y populares del mundo del espectáculo, no hubierais podido estar allí también!
Sin embargo, pensamos que a lo mejor os gustaría leer de primera mano sobre nuestro fiestón: ¡estuvo genial!
Con mi más sincero agradecimiento,
Sam Phillips”. 