Los Pilotos trabajan para que su conexión con la tradición latinoamericana sea completa en los próximos EPs, aunque evitan dar pistas sobre la nómina de colaboradores. “En este primero nos habría gustado tener esa conexión con el folclore y la tradición de allí”, reconoce Banin. “Eso pasará en la siguiente entrega, que estamos trabajando ahora. Estas cuatro primeras canciones tienen una base de pop tradicional anglosajón. Es otro reto más, el adaptarnos nosotros a su estilo y coger de sus raíces”. Y todavía está por ver cómo trasladan a los conciertos una obra tan exigente en el apartado logístico. Florent admite que aún no lo saben, antes de aclarar que “el esfuerzo estaba en hacer el proyecto más que en cómo tocarlo en directo. La energía la hemos puesto ahí, pero buscaremos alguna fórmula, ya que somos conscientes de dónde nos metíamos”.
Lo que no cambia es su afición por las guitarras psicoactivas, los teclados de viejo, las cajas de ritmos, los sintetizadores modulares y demás aperos retrofuturistas de apellido evocador. Andromeda, Kronos, MatrixBrute, DeepMind o Ultrabeat conviven en el índice onomástico de “Alianza Atlántica” con clásicos como Hammond y Moog. También con venerables de la escena granadina como Juan Codorníu –guitarrista de Lagartija Nick–, con figuras del pop español como Nacho Canut –firma la letra de “Nubes de fuego”– y con la base rítmica servida por Javier Olivares y José Manuel Sánchez, de los renacidos RYM. “Las máquinas también te inspiran”, resume Banin. “Aportan diversión y juego, algo necesario para componer música. Hace unos años nos metimos en la síntesis modular, que es una subcultura. Es muy guay: son pequeños fabricantes con catálogos de cuatro, cinco o seis módulos. Gente que se mueve más por pasión que por índices de venta. Hay un campo grandísimo para la innovación, marcas pequeñas que se pueden permitir cosas muy locas, completamente novedosas. De ahí sacamos mucho partido, de esos módulos raros, esotéricos”. Han cambiado algunos chips, de eso no cabe duda, aunque Florent está seguro de que la esencia sigue estando ahí: “Hemos cumplido un reto. Queríamos ver qué pasaba asumiendo el desafío de hacer canciones clásicas en cuanto a estructura y composición, pero el trasfondo musical sigue siendo el mismo, bastante psicodélico. El giro no es radical, lo es la forma de exponerlo, con cantantes y letras. La idea es la misma: explorar nuevos paisajes, crecer y, en este caso, contar con artistas que nos parecen increíbles”. 