Bueno, faltaba Florent, que seguía acostado en la salita. J se acercó al sofá y le preguntó si quería tocar. Florent se levantó, cogió una guitarra acústica, la conectó al amplificador, distorsionó el sonido y pellizcando las cuerdas hasta hacerlas temblar y casi rajarse, improvisó un punteo entre psicodélico y flamenco que parecía sacado de un sitar. Tal como acabó, se tumbó de nuevo en el sofá. J y Jesús se miraron boquiabiertos. No daban crédito a lo que había tocado Florent. Tampoco Pablo Sánchez, el ingeniero del estudio de grabación, sabía qué demonios había hecho Florent.
Los Planetas pasaron el resto del día en Producciones Peligrosas, un estudio situado en Peligros, un municipio a nueve kilómetros de Granada donde ya habían registrado varias maquetas. Pablo, uno de los dueños del estudio, aún recordaba cómo se le puso el vello de punta el día que grabaron “La caja del diablo”. Esa canción le transmitía una sensación muy extraña, entre encanto y miedo. Llevaba muchos años grabando grupos, pero nunca antes había sentido algo así. Y aquella tarde, una vez más, Los Planetas habían creado algo inquietante y fascinante delante de él.
También alucinaba Banin, un amigo del grupo que se había acercado al estudio. Banin quería comprar costo, y como Peligros está al noreste de la ciudad, justo en la dirección del polígono, había quedado en recoger con el coche a Jesús y Florent, que conocían bien la zona y podrían guiarlo. El polígono Almanjáyar... En la Edad Media había sido el depósito de estiércol de Granada. En los años setenta era una zona marginal con una alta concentración de familias gitanas. El 5 de noviembre de 1982 Juan Pablo II ofició allí una misa. En 1996 el polígono seguía siendo un enjambre de traficantes. Ya que estaba por allí, J invitó a Banin a meter una guitarra eléctrica en “Dr. Osmond”. Sería un invitado más en aquel delirio psicodélico.
A pesar de la acumulación de ideas azarosas, la canción resultante trasciende la anécdota. Sobre todo en ese momento en que J canta: “Todo parece tan extraño, / veo pasar las cosas muy despacio / en este nuevo estado. / Todas las paredes se vienen abajo / muy despacio”. Su voz, anestesiada, se agrieta aún más cuando dice “veo”; también se viene abajo. No interpreta: está dentro de la canción, bajo la influencia. “Dr. Osmond (para remontarte angélico)” será un testimonio fiel de lo que eran Los Planetas a finales de 1996, después de “Pop” y antes de empezar a pensar en su difícil tercer disco. 
(Se puede leer la crítica del libro aquí)