El disco no solo abunda en referencias musicales. Las literarias también se suceden una tras otra: Céline (“Viaje al final de la noche”), Alex Ross (“El ruido eterno”) o Robert E. Howard (“La piedra negra”) desfilan por un trabajo acumulativo a todos los niveles. “No usamos los referentes literarios como Nacho Vegas, lo hacemos de manera más diáfana”, argumenta Pablo. “En ‘La piedra negra’ quería contar la historia de Howard, que acababa de leer. ‘El ruido eterno’ habla de dos personas, no tiene nada que ver con Ross, pero el nombre me pareció un buen estribillo, como ‘Happines Is A Warm Gun’, una frase que John Lennon leyó en un diario y convirtió en canción. Suelo fagocitar cosas de los mass media, las películas o los anuncios”.
Tampoco se muerden la lengua cuando se trata de meterse en aguas ideológicas. Su primer álbum contenía un tema dedicado a Durruti, y otro, titulado “Brigadistas”, se ha quedado fuera del segundo porque, según Marc, “pensamos que se parecía mucho a ‘Montañas de basura’ (Los Planetas)”, aunque lo incluyeron en un recopilatorio en apoyo de los estudiantes represaliados por los sucesos de la Primavera Valenciana. “Que la gente se manifieste si quiere, y si no, pues que no lo haga. En artistas que están por encima del bien y del mal, como Elia Kazan, me puede dar igual su papel en la ‘caza de brujas’, pero que los mediocres den lecciones...”, argumenta Maronda, dejando la frase inacabada a propósito. A buen entendedor… 