El periodista Ricardo Aldarondo describe con detalle el estilo de San Martín. “Su forma de tocar nunca era rutinaria, aunque tampoco se imponía sobre el resto. Me viene a la cabeza ‘Magnesia’, ese bajo contundente que siempre he relacionado con ‘Missing The Moon’ de The Field Mice. Alguna vez se lo comenté. Es un ejemplo de cómo utilizaba muy bien un sentido melódico del bajo”.
Mariano Tejera, mánager de La Buena Vida, rememora el subidón que sentía Pedro al terminar una canción: “El día que remató ‘Los planetas’ me llamo para cantármela por el móvil, desafinando como una perra. Yo iba en coche escuchando por el manos libres y, por muy mal que entonara, los dos supimos al instante que era un ‘hit’”, explica. “A mí también me ha tarareado unas cuantas, incluyendo los arreglos de cuerda”, dice Liñán. Cuando se anunció el accidente de San Martín, el lehendakari Patxi López lo mencionó en su Twitter, y en Jenesaispop varias personas recordaron que era el bajista de La Buena Vida quien se encargaba de contestar los mensajes de los fans en el foro de la web.
J de Los Planetas se enteró de la muerte de su amigo en el tren de alta velocidad Málaga-Madrid, donde viajaba para participar en un homenaje a Mario Pacheco. Se pasó gran parte del trayecto llorando. “Era una de las personas a las que más he querido, además de un músico capaz de cosas increíbles”, explicaba muy afectado. En las fotos que ilustran este artículo en la edición papel de la revista, Pedro y J están de fiesta en el Hotel AC Forum de Barcelona, tras una larga noche en el Primavera Sound. Subieron a tomar el aire en la terraza con piscina y descubrieron que el bar estaba sin vigilancia. “Mira, una botella de Moët & Chandon. Esto seguro que nos lo envía Sideral porque era su marca favorita”, interpretó J. Luego, alguien se animó a sustraerla de la cubitera.
Al recordar a San Martín estos días, el vocalista de Los Planetas subrayaba lo injusto que le parecía que alguien tan volcado en la música nunca hubiera podido ganarse la vida con ella. Ibon Errazkin matiza la situación: “Creo que fue en la gira de ‘Hallelujah!’ en 2001 cuando me comentaron que habían llegado a dar unos setenta conciertos. En realidad, eso puede dar para hacerte profesional, aunque la música siempre es una cosa incierta. Ellos ganaron dinero, estuvieron a punto de ser ‘mainstream’, pero también eran unas personas muy hedonistas. Creo que se lo planteaban así: vamos a trabajar mucho, pero vamos a pasarlo bien. Cuando iban a tocar siempre comían en sitios estupendos y al volver a casa no les quedaba mucho dinero para repartir. Por algo se llamaban La Buena Vida”. 