El cancionero de Robert Forster, con o sin The Go-Betweens (rotos sin posibilidad de reparación por la muerte de Grant McLennan el 6 de mayo de 2006), es además clásico en clave pop. No es gratuitamente críptico, ni banal ni empalagoso. Tiene, por el contrario, todos los atributos que hacen del pop un instrumento perfecto de transmisión emocional: memorabilidad, simplicidad fértil, profundidad expresada minimalmente, melodía exquisita, estructura impecable. Y, a la vez, algo de misterio, algo de literatura (sin pompa), mucha honestidad, mucha descripción, extrema atención al detalle y al lenguaje (recuerden aquello de “that’s her handwriting / that’s the way she writes” del tema de The Go-Betweens “Part Company”).
Las canciones de Forster podrían ser folk de hace dos siglos. Música clásica. Canciones de la gente. Historias que pasan de boca en boca mucho después de que quienes las crearon hayan desaparecido. Me estoy poniendo tremendo, pero créanme si les digo que lo vale.
Por fortuna, Robert sigue entre nosotros. Sin su media naranja, pero igualmente talentoso, como demuestra en “The Evangelist” (Tuition-Dock, 2008). Amable caballero, entrevistarle es un placer; media hora de ingenio, gran conversación, humor delicado y eternas reflexiones sobre la mejor disciplina que existe: el pop.
Aunque últimamente firmabais las composiciones de The Go-Betweens como Forster / McLennan, en todos los discos anteriores las canciones estaban divididas. Ahora, con la distancia que da el fallecimiento de Grant, ¿ves tan claramente la diferencia de estilos? Es difícil de decir, porque él tenía una manera de componer que era muy pop, pero también podía darle por escribir de forma más extraña. Mis canciones siempre están teñidas de un cierto tipo de melancolía y cada una de ellas es como la primera canción que escribo. Grant era distinto; para empezar, escribía mucho más que yo.
En tu último álbum se echa de menos un estilo de canción típica en ti, la biográfico-descriptiva en plan “Surfin’ Magazines” o “Darlinghurst Nights”, llena de nombres propios y lugares. Siempre he hecho ese tipo de canciones, imagino que porque quiero que sean reales. No escribo fantasía, aunque sí me invento algunas cosas. En general, me gusta que sean como diarios, muy descriptivas, y hablar de lo que me rodea. No me gusta meterme en personajes ficticios. Es cierto que en mi último disco no hay una canción del estilo de las que tú comentas, pero está “The Evangelist”, que sí va sobre mi vida, de cuando llevé a mi mujer y a mis hijos desde Alemania hasta Australia a vivir conmigo.