¿Os sentís parte de alguna escena, de algún movimiento? Bueno, en los noventa se hablaba de si éramos parte de este u otro movimiento. Pero no éramos parte de nada. Mirando ahora atrás, culturalmente, fue una época horrible. Había britpop, todos hablaban de lo excitante que era... Pero nosotros estábamos en Londres en los noventa por casualidad y estábamos al margen de aquello porque todo lo que ocurría estaba en contra de lo que sentíamos.
En este disco te has hecho cargo de la producción y las mezclas desde tu propio estudio, Le Chien Chanceux (minuciosamente retratado en el clip del single “Medicine”), en Lemosín (Francia). Parece que tienes muy claro lo que quieres y que, aunque puedes compartir el trabajo de composición con tus compañeros, tienes el control sobre el resultado final. Cuando trabajo con una banda procuro que me vengan todas las ideas posibles de cada uno de ellos. Mi trabajo es organizar esas ideas y creo que alguien tiene que tener la última palabra cuando estás haciendo una pieza musical, es un compromiso que va por dentro. No se trata de tener control en el sentido de decir esto es así o me gusta de esta manera, sino que lo más importante son las ideas y hay que organizarlas. Si alguien tiene algo que decir sobre una cuestión y cree firmemente en ello, eso cambia las cosas. Mi papel es llevar algo de principio a fin, pero cuando estábamos terminando el álbum, cuando lo estaba mezclando, la tarea más importante que tenía era hacer feliz a la banda. Son diferentes niveles: hacerme feliz, hacer feliz a la banda. Hasta que no se consigue todo eso, nada puede salir afuera.
¿Te has asentado definitivamente en Francia (allí vive con su mujer, Suzanne, y sus cinco hijos)? Creo que es importante tener una base para trabajar, y también tener un lugar para tus hijos. Aunque la idea de cambiar pudo ser un impulso romántico, acabamos tomando una decisión pragmática. Necesitábamos el estudio para buscar la posibilidad de que algo surgiera y funcionara.
A lo largo de su carrera, Staples ha realizado duetos maravillosos con bellísimas voces femeninas como las de Isabella Rossellini, Gina Foster, Maria McKee, Mary Margaret O’Hara... y Lhasa de Sela, quien falleció en 2010. La pérdida es uno de los motores que impulsa este disco. A pesar de que mantienen una actitud positiva ante el adiós (“En el corazón del álbum está el recuerdo de las personas que hemos perdido en estos últimos dos años, pero no teníamos ninguna gana de ponernos sensibleros. Está dedicado a ellos, pero es para nosotros. Todavía bebemos, reímos, lloramos, nos peleamos, follamos, hacemos nuestra música. Ellos no habrían querido que fuera de otra manera”, escriben en su web), la voz de Staples se quiebra al abordar este asunto: “Lhasa era una persona muy sincera con la visión de la música que llevaba dentro. Y estoy seguro de que, para la gente que conoció su música, o que pueda hacerlo en un futuro, es una enorme pérdida. Para mí era una de mis mejores amigas, así que es algo distinto, es un dolor doble. Echo de menos a alguien con quien cantar, claro, pero echo mucho más de menos a mi amiga”. 