"Confirmado. ’Trap’ es la palabra más pocha y descontextualizada de 2016. Por poco no le llaman trap a todo aquello que no sea música clásica”. Lo dijo Erik Urano en su Twitter, y su comentario circuló por las redes de gran parte de la escena. Durante el último par de años los medios han usado ese término para definir cosas tan distintas que se ha vaciado de significado. Hemos llamado trap a todo artista con raíces hip hop hasta convertirlo en un género híbrido que sirve como sinónimo de decenas de estilos. Reggaetón, R&B, bachata, hip hop de baja fidelidad mezclado con rumba, flamenco o salsa, pop moderno, dancehall, grime... Todo en un mismo saco en el que nadie acaba de sentirse cómodo porque, en realidad, esto del trap tiene más que ver con cómo vives que con un sonido concreto. Habla de violencia, drogas y crimen en primera persona, y nos enseña la peor cara de nuestras ciudades sin teñirla de romanticismo. “El trap es la trampa, es donde vivimos, es todo aquello que hacemos para salir del agujero que provoca que el agujero se haga más grande. Es vender droga para comprarte una casa mejor, pero, al mismo tiempo, es lo que causa que alguien de tu familia se enganche. El trap refleja esa vida, la describe tal cual”, contaba Tania Chanel a ‘Noisey España’ antes de cumplir la mayoría de edad. Entonces ¿a qué estamos llamando trap?
NO ES TRAP TODO LO QUE RELUCE
La aparición de PXXR GVNG bautizó a toda una escena que llevaba años cocinándose más allá del underground. Lo hicieron primero como CORREDORES DE BLOQUE (donde militaba D. Gómez, a quien hoy conocemos como KAYDY CAIN) y KEFTA BOYZ (grupo de Yung Beef y Khaled), desde 2008 y 2012 respectivamente. Adoptaron distintas formas derivadas del hip hop yanqui y crearon un lenguaje propio que lo mezclaba todo con frescura: los Corredores, algo más clásicos, y Kefta, fusionándolo con rai, los sad boys suecos y la música vaporosa que llegaba desde las catacumbas de internet a la chavalada más espabilada.
No encajaban en ninguna de las categorías que hasta entonces asignábamos a la música urbana española y venían con su propia etiqueta, heredada del sonido que lo estaba cambiando todo en Estados Unidos: los dos colectivos juntos eran el trap en España. Así lo explicaron y así nos explotó en la cara.
Gracias a la unión entre Yung Beef, D. Gómez, Khaled y Steve Lean conocimos todo lo que se escondía bajo la punta de ese iceberg que ellos mismos parecían haber creado de la nada... Y empezó la confusión. Si PXXR GVNG eran trap, entonces por fuerza todos los nuevos sonidos urbanos que nos llegaban de forma similar –vía YouTube o SoundCloud– debían ser trap. Si PXXR GVNG se acercaban al reggaetón, el trap debía ser una “mezcla entre rap y reggaetón” (sic). Si PXXR GVNG hacían del abuso del Auto-Tune una de sus mayores virtudes, nosotros calificábamos como trap a todo el que utilizaba esa herramienta.
PXXR GVNG dieron nombre a la que se ha convertido en una de las generaciones más excitantes del último par de décadas; pero era un nombre con trampa. Musicalmente, hay algunas constantes para identificarlo. Los bajos saturados y opresivos, la metralleta de los hi hats creados con emuladores de Roland 808 para FL Studio, el Auto-Tune, y algo intangible: “Para que sea trap de verdad has tenido que vender droga”, explicaba Yung Beef a la web ‘Beatburguer’.
HAY ESCENA, PERO NO HAY NOMBRE
Sería una muestra de ceguera no ver las conexiones entre unos y otros, pero lo cierto es que la etiqueta de marras no sirve para todos. Muchos han coqueteado con el género a nivel de sonido, pero también lo han hecho Beyoncé (“Flawless”), Drake (en sus mixtapes con Future) o Katy Perry (en su último disco hay colaboraciones con Migos) y no andamos por la vida llamándolos traperos.
La mayor parte de artistas de este informe han estado muy cerca los unos de los otros, pese a hacer música muy distinta. Han colaborado, han compartido escenario y colectivos, han aparecido de fondo en sus vídeos y, a veces, se han mandado mensajes venenosos a través de las canciones e incluso han llegado a las manos, formando una escena muy difícil de definir con un solo nombre y más difícil aún de juntar en un único espacio. Intentémoslo.