Los Bitchos: viva la cumbia psicodélica. Foto: Marina Tomàs
Los Bitchos: viva la cumbia psicodélica. Foto: Marina Tomàs

Festival

Primavera a la Ciutat (7 de junio): agradable paso del ecuador

La maquinaria de Primavera a la Ciutat no se detiene. Esta tercera jornada del ciclo entre fines de semana del Primavera Sound volvió a destacar por su eclecticismo –maestros del jazz etíope y mitos de la mákina, pioneros del dream pop y especialistas del theremín: aquí hay hueco para todos– y por el gran poder de convocatoria de sus propuestas, con Noga Erez, Los Bitchos, Hailu Mergia o Slowdive destacando en sus conciertos.

Danny L Harle + DJ Pastis + Buenri

La noche en Red 58 de DJ Pastis con Danny L Harle tuvo de acompañante a DJ Buenri, colega de DJ Pastis desde hace más de 30 años. Ambos comienzan con una sesión b2b que rápidamente transforma la sala en una cada vez más candente sauna de euforia. Una muestra de que el espíritu del makineo sigue vivo es la cantidad de público joven que se apelotona entusiasmado alrededor de la cabina. Danny L Harle mantiene el estilo lleno de duros remixes hard dance de temas nostálgicos y profundamente kitsch, que contagian una alegría tan absurda como necesaria. Teresa Ferreiro

Buenri y DJ Pastis: todo por la fiesta. Foto: Sharon López
Buenri y DJ Pastis: todo por la fiesta. Foto: Sharon López

Derby Motoreta’s Burrito Kachimba

El vacío de la Razzmatazz debió de ser duro para Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que pueden presumir de una propuesta contundente que seguramente convencería a más de un despistado. Pero en general no es el mood de este Primavera Sound, mucho más explosivo y festivo. La mayoría de extranjeros huyeron en estampida tras Slowdive y la pista se despejó para los paisanos, que vibraron con un nuevo golpe en la mesa de los hispalenses. Era bonito verlos en el mismo cartel que King Gizzard And The Lizard Wizard, compartiendo escenario y ambiente, disfrutando de una ocasión casi perfecta, pero el sonido jugó un par de malas pasadas dando demasiada sensación de bola y quizá no fue todo lo satisfactorio que pudiera haber sido. Las horas, la sensación de triunfo al haber entrado tras haber sufrido largas colas y el poderío psicodélico de los Derby hicieron su parte para convertir el bolo en algo reseñable, pero la noche había resultado demasiado extrema y quizá les costó engrasar en un concierto que consiguieron rematar con crowdsurfing y pogos. Diego Rubio

Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, no muy Primavera Sound. Foto: Ismael Llopis
Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, no muy Primavera Sound. Foto: Ismael Llopis

Doble Pletina

En el exterior, el asfalto de Barcelona no soporta el sol de media tarde. La temperatura dentro de la sala principal del Apolo es similar. Doble Pletina abren una extensa sesión que estilísticamente no parece corresponderles. La mayoría del público presente no ayuda al quinteto y la sonoridad de la sala tampoco. Con el imaginario melódico, naif y, cuando les apetece, irónico del grupo barcelonés nunca se sabe si el pop que practican es divertidamente triste o melancólicamente divertido. La técnica de lenguaje de signos, situada en un extremo del escenario, nos descifró el enigma con sus cadencias de baile. Miquel Queralt

Doble Pletina y el doble significado de sus canciones. Foto: Val Palavecino
Doble Pletina y el doble significado de sus canciones. Foto: Val Palavecino

Hailu Mergia

Debido a cuestiones de aforo en La Tèxtil, no pude entrar a la sala hasta una hora después del inicio de la velada. Debido a ello me perdí el set de un maestro de la kora como es el senegalés Sourakata Koité, que fue el primer plato de una propuesta escénica cocinada por Awesome Tapes From Africa, uno de los blogs-sellos que más y mejor ha hecho por difundir los sonidos del inmenso continente africano. De hecho, el capo del sello, Brian Shinkowitz, bajó el cierre de la velada con una fantástica sesión mezclando –¡cómo no!– cintas de casete africanas seleccionadas de su portentosa colección. Antes, el maestro etíope Hailu Mergia se presentó como plato central en formato de trío para impartir una clase magistral de ethiojazz oscuro y ensortijado. Sus excursiones en el órgano, el piano eléctrico, el acordeón y la melódica transcurrieron por terrenos poco acomodaticios e hicieron gala de un estilo muy peculiar, en el que los silencios cobran tanta importancia como las notas y el groove no está reñido con un aire nostálgico que lo impregna todo. La sección rítmica también hizo un trabajo excelente, compenetrándose en todo momento con el líder, un artista de tintes ya legendarios que sigue paseando su trayectoria de más de cincuenta años por escenarios de todo el mundo. Dr. Decker

Leyenda Hailu Mergia y su ethiojazz ensortijado. Foto: Òscar Giralt
Leyenda Hailu Mergia y su ethiojazz ensortijado. Foto: Òscar Giralt

King Hannah

El dúo de Liverpool llegó a la sala 2 de Apolo para abrir el escenario que celebraría las tres décadas del sello berlinés City Slang, del que son parte. Y aun cuando todo lo que se puede escuchar en su breve pero portentosa discografía –compuesta de EPs, singles y el reciente álbum “I’m Not Sorry, I Was Just Being Me” (2022)– está muy, muy bien, algo sucedió en un concierto invadido por el tedio. Muchas veces no es responsabilidad de las bandas, sino del lugar, de la técnica o del público. Y en este caso fue cosa de los asistentes: la sala estaba llena y la mayoría del público conversaba a gritos, quizá solo las primeras filas escuchaban una propuesta que requiere atención. Hablamos de canciones que exigen silencio, hasta el punto que, entre la audiencia, unos hacían callar a otros. Sin embargo, estos continuadores dream pop de Nick Cave –así suenan– hicieron una actuación más que correcta, en un contexto que definitivamente no los acompañó. Lo siento, King Hannah, no eres tú, fueron ellos. Javiera Tapia

King Hannah y el silencio que no hubo: lástima. Foto: Marina Tomàs
King Hannah y el silencio que no hubo: lástima. Foto: Marina Tomàs

Los Bitchos

“Let The Festivities Begin!” es el nombre de su disco debut, lanzado a principios del 2022 por City Slang. Gracias a él la uruguaya, la sueca, la australiana y la inglesa que forman Los Bitchos tienen a medio mundo bailando cumbia psicodélica (y mucho más) sin descanso. Anoche en la sala 2 del Apolo fue exactamente lo que sucedió. Después del difícil concierto de King Hannah, el público entró en sintonía con el baile y la cumbia, encontrando momentos de éxtasis como “Lindsay Goes To Mykonos”. ¿Es Serra Petale una de las mejores y más divertidas guitarristas de la actualidad? Probablemente. Es imposible dejar de mirarla. Una hora de punk rock cumbiero y psicodélico levantamuertos fue lo que se vivió ayer. Con ellas comenzó la fiesta. Javiera Tapia

Los Bitchos: punk rock cumbiero. Foto: Marina Tomàs
Los Bitchos: punk rock cumbiero. Foto: Marina Tomàs

Nala Sinephro

Con su álbum de debut, “Space 1.8” (2021), la compositora y multinstrumentista belga-caribeña dio un aldabonazo que repercutió en la escena jazz británica hasta alcanzar cualquier latitud. Lo que pudiera ofrecer Nala Sinephro, que toca arpa de pedal y sintetizadores modulares, en el Apolo era una sorpresa. Y lo fue. Pero no la deseada, pues por la impericia del técnico de sonido devino en una bruma entre el ambient y una sopa de post-bop. En formato de cuarteto, lo que parecía que iba ser un concierto de nivel en sus inicios devino en una descodificación del jazz que podría recordar las sonoridades de, por ejemplo, Christian Scott o Kamasi Washington. La intérprete se marchó tal como llegó. En silencio. Miquel Queralt

Noga Erez

Lo de la israelí Noga Erez en la sala dos del Apolo fue, directamente, espectacular. Una prueba de que no se necesita más artificio que buenos músicos –la acompañan el baterista Itamar Loebstein y su compañero Ori Rousso–, una voz increíble y un carisma para andar regalando por la calle. Un show explosivo que da a entender que no es ni un sucedáneo de Billie Eilish, ni tampoco una M.I.A. de hace dos temporadas. Es ella solamente, una artista de punta a cabo que se nutre del pop, la electrónica, el hip hop, el trap y que rapea como si le fuera la vida en ello. ¿Momentos increíbles del concierto? Para dar y tomar: “Nails”, “Kids” y, por supuesto, una versión de la gran “Industry Baby” de Lil Nas X. El show de esta artista –que pisaba por cuarta vez Primavera Sound; viéndola en vivo se entiende el motivo– podría haber durado una hora más y nadie se habría quejado. Javiera Tapia

Slowdive

La siesta lenta, el rodillo de shoegazing, hizo su aparición en Primavera Sound ya sin sorpresas, porque todos los asistentes saben a lo que van. Pero Slowdive dejaron probablemente su mejor actuación reciente en nuestro país y una de las más inmensas en lo que llevamos de Primavera a la Ciutat. Una avalancha de guitarras rugientes para elevar al espacio la voz de Rachel Goswell, ya sea en temas antiguos como “Souvlaki Space Station”, en versiones míticas como “Sleep” (Eternal) o con nuevos clásicos como “Sugar For The Pill”. Slowdive sonaron aplastantes y demoledores, intensos como para sanar un alma perdida. Un masaje para los que quisieron bajar el subidón de King Gizzard And The Lizard Wizard pero también una experiencia trascendente y en comunión, que extendió por Razzmatazz ese embrujo ruidoso y perturbador, terapéutico al mismo tiempo, que conjuran los de Reading. Da igual cuántas veces los veamos cerrar con “Golden Hair”: Slowdive siempre serán casa. Bienvenidos. Diego Rubio

Slowdive, embrujo terapéutico. Foto: Ismael Llopis
Slowdive, embrujo terapéutico. Foto: Ismael Llopis

Therematic

Es difícil, imagino, enfrentarse a una Razzmatazz hasta la bandera esperando vehemente a King Gizzard And The Lizard Wizard. Esa era la imagen que tuvo que afrontar Javier Díez Ena, que comenzó con timidez a desplegar el dominio del theremín. Es lo que sustenta su show, junto con la batería, repasando ritmos que van desde el groove funk hasta el breakbeat. Ante un público difícil, que siempre tiene sus dudas con nuestro producto nacional, Therematic destacó con un calentamiento que sabía un poco a fiesta y que se detuvo hacia la mitad para trasladarse al imaginario de los efectos. El sonido del theremín, entonces, se asemejó tanto a un violín como a una máquina de subgraves de EDM, dejando el terreno allanado para la enésima apoteosis de King Gizzard, que dieron probablemente el mejor de sus conciertos hasta la fecha en el festival. Diego Rubio

Therematic: la lucha de Javier Díez Ena y su theremín. Foto: Ismael Llopis
Therematic: la lucha de Javier Díez Ena y su theremín. Foto: Ismael Llopis
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