Libro

Javier Márquez Sánchez

Honky Tonk Heroes. Los forajidos de la música countrySílex, 2025

El reciente fallecimiento de Kris Kristofferson y la también reciente aparición de “Last Leaf On The Tree” (2024), el septuagésimo sexto disco de la vastísima trayectoria de Willie Nelson, un auténtico anciano de 91 años –que serán 92 el 23 de abril, dos días antes de que se publique “Oh What A Beautiful World”, el septuagésimo séptimo– han hecho que se haya vuelto a hablar de dos personajes otrora míticos de la escena musical más típicamente estadounidense: el country. Que se vuelva a hablar aquí, porque en Estados Unidos nunca se ha dejado de hablar de ellos y la muerte de Kristofferson mereció tantas páginas de información en prensa y espacio televisivo como la muerte de Michael Jackson.

Para quien no esté familiarizado con el country, hay que explicar que el subtítulo de “Honky Tonk Heroes. Los forajidos de la música country” no hace referencia a un country hecho por forajidos o delincuentes, aunque varios de los que aparecen entre sus páginas han tenido sus más y sus menos a cuenta de algún exceso de velocidad, alguna pelea de bar o algún porro con el que les haya pillado la policía entre las manos (bueno, vale, también hay algún homicida entre sus representantes)… y en Estados Unidos pasar una temporada entre rejas no es tan insospechado… El libro hace alusión, en realidad, a lo que en aquel país se comenzó a llamar outlaw country. Y la ley (“law”) de la que estaban fuera (“out”) sus integrantes era la corriente principal del country comercial de Nashville. Para entendernos: algo así como los puristas de nuestro flamenco… Y así lo hace ver, en el prólogo de esta obra, Eduardo Izquierdo.

Entre los principales representantes de estos forajidos estaban los citados Nelson y Kristofferson más Waylon Jennings, la que podría ser considerada santísima trinidad del género. Pero también David Allan Coe, Tompall Glaser, Travis Tritt, Ryan Bingham, Jerry Jeff Walker o “forajidos” actuales como Chris Stapleton y muchos otros más que se salían de la norma del sonido de Nashville, que perseguía edulcorar la tosca música honky tonk del country original con arreglos de cuerda y coros sofisticados, más asociados con el pop tradicional, en un intento por reactivar las ventas de la música country en los propios Estados Unidos, que había caído estrepitosamente con el cambio generacional y el auge del rock'n'roll.

¿Y qué era la música honky tonk? La música country de origen hillbilly –el ámbito rural y montañoso en torno a los Apalaches, donde vivía la “basura blanca” y… ya está bien de explicar cada término, buscadlo vosotros; solo os digo que en los sesenta había una serie de dibujos animados de la factoría Hanna-Barbera, “Los osos montañeses”, o “The Hillbilly Bears” en inglés, que los caracterizaba-caricaturizaba muy bien– que se tocaba en baruchos de mala muerte del Deep South estadounidense, desde Texas y Oklahoma hasta la Costa Oeste.

Con todo este preámbulo, vayamos ya a por el libro de Javier Márquez Sánchez (Sevilla, 1978), porque el country más interesante ha vivido en los últimos años una especie de renacer después de que las últimas décadas del siglo XX nos trajera vomitivos personajuchos como Billie Ray Cyrus (sí, el padre de Miley Cyrus) o Garth Brooks, los auténticos dominadores comerciales no solo del género, sino de la música estadounidense en general: la RIAA, asociación de la industria discográfica estadounidense, asegura que Brooks es el artista con más álbumes vendidos en el país, con 162 millones de unidades, por delante de Elvis Presley, mientras que los 170 millones de copias vendidas en todo el mundo lo aúpan al segundo lugar después de The Beatles en ventas totales de álbumes.

El título del libro es, de hecho, un homenaje al tercero de los grandes representantes del outlaw country, Waylon Jennings, ya que “Honky Tonk Heroes” es también el título de su álbum publicado en 1973. Curiosamente, pese a ser su decimonoveno LP (¡!), era el primero que captaba realmente la impetuosa y salvaje energía de Jennings como cantante –no fue el compositor: esa labor recayó en un por entonces desconocido Billy Joe Shaver– en lugar de intentar domarla, como habían impedido hacerlo su compañía discográfica –RCA, en la que publicó todos sus anteriores álbumes– y sus productores, con esos trabajos edulcorados con que se pretendía hacer frente al ímpetu comercial del pop y el rock. Curiosamente, ese disco que estuvo a punto de no ser publicado –si se publicó fue para evitar que Jennings, harto de los mangoneos artísticos de RCA, abandonara la compañía siguiendo los pasos de Willie Nelson y firmara con Atlantic Records– lograría llamar la atención del público y daría comienzo a una larga serie de éxitos comerciales, dando origen, de paso, al outlaw country propiamente dicho.

Pero el libro no comienza ahí, sino que arranca con la muerte de Hank Williams, considerado el padre del country, y una reflexión muy cierta: “El interés por la música country y la estética cowboy tiene ciclos muy radicales: con suma facilidad pasa de desprender mucho encanto a ser considerado algo exclusivamente de paletos”, afirma Javier Márquez Sánchez, periodista en activo, autor de varias novelas y libros sobre música como “Simon & Garfunkel. Negociaciones y canciones de amor” (Milenio, 2004) o “Elvis. Corazón solitario” (Almuzara, 2007), además de cantante y compositor en su propia banda de country, Reposados.

Varios aspectos de lo que he ido tratando de explicar más arriba, pero pormenorizado y trufado de anécdotas divertidas –o tristes, como aquella por la que Jennings se sentirá culpable de haberle dicho a Buddy Holly “espero que tu avión se estrelle” después de haber cedido su asiento a J.P. Richardson, conocido como “Big Bopper”, en el vuelo en que también perdió la vida Ritchie Valens– es lo que se puede encontrar –salvo mis opiniones sobre Billie Ray Cyrus y Garth Brooks– en este grueso volumen de 426 páginas, ameno como una novela, que recorre cien años esenciales del capítulo más auténticamente estadounidense de la música estadounidense (perdón por la redundancia): desde la creación del programa de radio ‘Grand Ole Opry’ de música country en directo que se emite desde Nashville, fundado el 28 de noviembre de 1925, hasta la noticia de la muerte de Kristofferson, pasando por el encuentro entre John Lennon y Waylon Jennings y cómo el primero le llamó loco al segundo, o la creación de The Highwaymen, el auténtico supergrupo de outlaw country formado por Kristofferson, Nelson, Jennings y… ¡Johnny Cash! 

El libro cuenta con una discografía outlaw esencial seleccionada entre 21 protagonistas principales (y un código QR en Spotify con una lista de reproducción de cinco horas de música). Lo único criticable: que carece de índice onomástico, lo que hace imposible su uso como material de estudio rápido. ∎

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