Chinarro en estado puro.
Chinarro en estado puro.

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Sr. Chinarro

“La vida es una cosa rara que pasó. Tal como vino se irá”

Fotos: Alfredo Arias

02.04.2024

El nuevo disco de Sr. Chinarro, “Cal viva”, envuelve en músicas preciosistas y delicadas asuntos poco o nada amables. En el proceso creativo del mismo, el veterano Antonio Luque vuelve a experimentar sensaciones de su época novel.

M

ediodía de invierno tardío que parece primavera en Usera, el distrito madrileño en la orilla sur del Manzanares que acoge a la comunidad china más numerosa de la capital. Allí, en la oficina de la agencia de prensa que se está ocupando de comunicar la publicación de “Cal viva” (Eclipse Melodies, 2024), el nuevo álbum de Sr. Chinarro, ha citado Antonio Luque a Rockdelux. De entrada, el músico sevillano afincado en Málaga –él es quien compone, canta y toca la guitarra– bromea con la idea de hacerse unos tapones a medida para mitigar la forzosa escucha de conversaciones ajenas cuando va a la playa. Y afirma que esa finura de oído le permite apreciar detalles que pasan desapercibidos incluso a los técnicos de sonido más avezados.

Asegura que dos amigas –una psiquiatra, una educadora infantil– han deducido que probablemente tenga Síndrome de Asperger, y asume que ese diagnóstico oficioso explicaría varios aspectos de su biografía: “Por qué siempre me gustaba estar encerrado en el cuarto, por qué siempre he tenido uno o dos amigos y nada más, por qué no me gustan las bullas, la Semana Santa, la feria, las discotecas. Por qué he necesitado el alcohol tantas veces en mi vida para hacer cosas, una timidez que va más allá de lo normal. Le ponemos un nombre y ya te explicas muchas cosas de tu vida. Por qué he sido un bicho raro, básicamente”.

Raro, sin duda, es el caso de Sr. Chinarro, la entidad creativa que Luque encarna desde principios de los años noventa. Más de tres décadas de fructífera actividad traducida en 19 álbumes, varios EPs y muchas canciones memorables. Una obra que sigue creciendo a buen ritmo gracias a este nuevo trabajo publicado por un sello filantrópico, con Antonio y su equipo artístico –Alfonso López al bajo, Israel Diezma a las guitarras y Juande Jiménez a la batería, más un surtido de especialistas en cuerdas y metales– cuajando un sonido cálido y acogedor. La ternura de las músicas y el generoso despliegue de arreglos contrastan con la crudeza de los asuntos recogidos en el índice de materias, ya que el álbum aborda la imparable aceleración del Antropoceno, los debes de nuestra memoria histórica, los amores reñidos que no sobreviven o la herida del capitalismo cada vez más uniforme y profunda.

El caso es que Luque, que cumple 54 este año, sigue encontrando buenos motivos para hacer la próxima canción. Y estos, ahora, se le antojan bastante parecidos a los que movían su escritura cuando empezaba: “Hubo una época, cuando tocaba más, en la que se hacían los discos y era ‘a ver conseguimos más conciertos, a ver si conseguimos meter más gente en los conciertos, a ver si subimos el caché’… ese ‘a ver si’ pues ya… Chinarro ya llegó donde tenía que llegar y a la campana gaussiana le toca fase decadente, pero decadente solo en ese sentido, en el del negocio, en el industrial. Por contra, me voy reencontrando con aquella primera fase en que cogía la guitarra e intentaba hacer una canción por el simple gusto de hacerla, simplemente porque lo sé hacer. No diría con un punto de vista artesano, porque creo que hay algo que va más allá, no es como hacer cestos de esparto. Creo que lo mío va un poco más allá de hacer un cesto, pero tampoco mucho más. Intento poner ahí los sentimientos, sensaciones, pensamientos, y darle una melodía, acompañarlo con una armonía con la guitarra. Y luego ese momento que para mí es impagable, literalmente, esa parte no se la pago, de que los músicos me acompañen y de pronto le den forma a la canción. Bueno, cobran luego como músicos de sesión y de los conciertos”.

Un globo, dos globos, tres globos...
Un globo, dos globos, tres globos...


En este disco tienes un montón. De músicos acompañando, digo.

Sí, sí, cada uno ha hecho lo suyo. Hombre, yo puedo dar una instrucción, mira, mejor por aquí que por ahí. Pero ha salido todo muy sencillo, muy gustoso, con alegría, tenía todo el mundo muchas ganas de hacer un buen disco y nos hemos reído mucho en los ensayos, nos lo pasamos muy bien. Es como una segunda juventud, como Chinarro al principio. Incluso mejor, porque al principio como no sabía uno muy bien era difícil ejercer la autoridad de la canción: yo la hago y tú me acompañas.

La cal viva es un material que sirve para enlucir, para adornar, para dejar guapo algo, pero también para hacer desaparecer, para arrasar, para enterrar. Sospecho que en este caso te decantas por las segundas acepciones.

Sí, así es. Y también por el propio hecho de que son sustancias que están en el planeta. Algún día el mundo mineral engullirá al orgánico, algún día el planeta Tierra será la patata llena de tierra que es, que de hecho tiene forma de patata, no es tan redondita. La vida es una cosa rara que pasó. Tal como vino se irá y en el conjunto del tiempo del Universo será como un segundo de nuestra vida. Ese pensamiento me tranquiliza. No sé si es porque los humanos lo sabemos que nos empeñamos quizá en acelerarlo, porque si a Putin le da por tirar la bomba atómica o por invadir Alemania, imagínate, no es tan raro. Cuando Hitler invadió Polonia la gente también estaba bebiéndose una cerveza y comiéndose unas patatas fritas. Muchas veces pensamos que en el pasado la gente estaba todo el rato muriendo de tuberculosis, que de pronto una guerra… No, no, la gente vivía, estaba contenta, pensaba que todo iba a seguir así y de pronto alguien invade Polonia. Claro, ahora hay bombas atómicas, yo no sé si han hecho la peli esa que no he visto de “Oppenheimer” (Christopher Nolan, 2023) para volver a avisarnos sobre el tema. Igual que en los ochenta sacaron una peli sobre el holocausto nuclear, “El día después” (Nicholas Meyer, 1983), o algo así…

Sí, menudo pollo se montó con la peli…

Claro, yo fui al cine a verla porque se hizo una campaña de promoción como ahora con “Oppenheimer”, y fui al cine, era un niño, y me quedé impactado, dios mío, virgen santa… es que esas bombas siguen ahí y el señor que las puede tirar es un notas que se monta en un oso con el torso desnudo. Cualquier día, si no ese, los chalaos franquistas que deciden matar a los vecinos porque no van a misa o porque no se peinan bien o porque fuman marihuana… yo no fumo, me da asco… tú sabes, los fachas… De pronto les da por empezar a matar gente en las plazas de toros porque les gusta la fruta… ¿Y, qué hacemos, dónde vamos a ir?... Si estamos rápidos como Buñuel nos escapamos, pero los que sean más confiados se marcarán un Lorca y volverá a pasar.

El disco va a salir en formato físico, ya está ahí, pero, ¿va a salir también en digital, en streaming o cómo es la cosa?

Vamos improvisando con el tema de las plataformas precisamente para quitarle importancia, que parece que los grupos anuncian “ya en plataformas”. ¿Cómo que “ya en plataformas”, si te dan una mierda? Que lo anuncie la plataforma, que es la que se va a llevar la mayor parte. El disco ya está fabricado y lo enviamos por correo. ¿La gente lo puede escuchar en las plataformas? No, pero si lo compran ya lo pueden escuchar. Y además los estoy mandando yo personalmente, voy a correos cada mañana y los mando, los dejo en correos y luego voy al Mercadona y le doy su 40% extra al señor Roig para que pueda seguir financiando al Partido Popular sin problema. Eso sí, le tengo que decir al señor Roig que cada vez como menos porque, primero, mantengo la línea; segundo, porque no me gusta lo que hacen con los beneficios, y, tercero, porque no hay que comer tanto. Recomiendo desde aquí a todo el mundo que coma lo menos posible y lo más barato que pueda ser, pero de calidad. El pan, de hecho, es mucho mejor en las panaderías leonesas de El Palo, en Las 4 Esquinas. Lo canté en una canción de “El progreso” (2016), en “Walden”, pan y agua. Ahora que estamos en el barrio chino: arroz, arroz. Ya está, es mejor, no sufren los cerdos, las vacas, los pollos, no los matamos. Hombre, te puedes comer por ejemplo una coliflor, ahora que hay gente que hace huerto urbano. Hay gente que poco a poco se va dando cuenta de lo que hay que hacer. Luego te llaman rácano. Yo no soy un rácano, el que ha ganado un 40% más este año tiene otro adjetivo mucho más grosero que “rácano”, tú me insultas a mí porque me ves más a tiro, pero hay que insultar al otro.

Otra cosa que cambia con respecto a otros discos tuyos es que no lo saca el sello que tiene todo tu catálogo, pero tampoco lo sacas tú, como ya hiciste en su momento. ¿Quién es tu aliado esta vez?

Es una persona que tiene posibles, digámoslo así. Quiso hacer un sello como yo hice el mío en 2014 (se refiere a “Perspectiva caballera”, publicado por VEEMMM). Le expliqué: tienes que hacer esto, esto y esto. Le he ido guiando, él lo ha querido hacer y me dijo “te doy todo lo que necesites”. En plan quiero grabar cuerdas para tantas canciones, son mil y pico, y en el mismo momento tengo el dinero ingresado en la cuenta.

Tienes un mecenas, vaya.

Tengo un mecenas, esa es la palabra correcta. Pero él quiere sacar discos a más grupos, los acuerdos a los que llegue con esos otros grupos no son asunto mío, yo sé a qué acuerdo ha llegado conmigo y es como si me lo hubiera sacado yo pero con el dinero de otro, lo cual es magnífico, claro. Se llevará una parte, pero eso le da exactamente igual, es una persona con recursos, como digo. Marcos (se refiere a Marcos Collantes, jefe de Mushroom Pillow, sello que publicó el disco) no racaneó en “Reality show” (2022), la verdad, pero siempre “Marcos, necesito un día más, que quiero volver a cantar esta”“Bueno, va”… Luego tarda un día en ingresar, pero lo paga, paga, no es Jesús Llorente (se refiere al jefe de Acuarela, selló que publicó sus primeros discos). Paga. Pero lo de este hombre es una maravilla, al instante está el dinero en la cuenta. Eso te da alegría, poder estar en el estudio de grabación sin mirar el reloj. Que me fui a un estudio barato; hubiese pagado que fuésemos a Abbey Road. Tal cual. Lo puedes escribir porque es cierto. Y la gente dirá ¿cómo no te has ido a Abbey Road? Pues porque no me da la gana, quería grabarlo en Málaga porque no me apetece viajar.

Te pilla más cerca, claro.

Bueno, al final tenía que coger el tren a Fuengirola, que tarda 45 minutos, pero es un cercanías, te pones ahí, vas con los cascos escuchando y tal... No es irse a Texas, que estuve pensando ir donde graba Bill Callahan con Brian Beattie. Le escribí que me daba miedo llevarme el backline porque lo pierden en los aviones, a ver qué backline tenía. No me respondió y dije: “Brian, ahí te quedas”. Me hacía ilusión, pero en ese momento estaba un poco triste porque lo había dejado con mi pareja de los últimos años ya definitivamente y digo que yo quiero dormir en casa. Por lo visto Van Morrison toca donde tú le digas con la condición de que duerma en casa, no sé si esto lo tenéis confirmado en Rockdelux…

No sé, no tengo esos datos… (Parece ser que cuando toca en Gran Bretaña suele hacerlo. No tanto en Europa y, en concreto, en España).

Yo he escuchado este chisme que me parece maravilloso: “sí, sí, toco donde quieras pero duermo en casa”.

Hace muy bien. Mientras le digan que sí…

¡Qué tío!, o sea, en mi casa… A la gente le gusta ir a hoteles o “vamos a grabar ahí que hay una casa en medio del campo”. ¿Qué coño en medio del campo? Yo quiero dormir en mi puñetera casa. También es por la edad, claro, cuando tienes 25 años… Fuimos a New Jersey a grabar con Kramer (recuerda la grabación del primer álbum homónimo de Sr. Chinarro, publicado en 1994) y, claro, fue una aventura, una aventura dura, realmente. Pero, bueno, yo qué sé, estuve en Nueva York, pregunté cómo llegar andando a la Estatua de la Libertad. En fin, hice el cateto convenientemente, pero ya hay que dormir en casa. Aparte, el mixer, Pablo Sánchez de Producciones Peligrosas de Granada, me ha demostrado una cosa que ya sabía, que puedes hacer la mezcla en el ordenador: “Mira, vamos a ir a Granada al estudio para pasarlo por la mesa y para que veas que lo estoy pasando por la mesa y un compresor de 4000 euros”. La diferencia era, a pesar del oído que digo que tengo, casi inapreciable entre la mezcla que había hecho solo en el ordenador en su casa de Málaga. Si hoy día en un Mac puedes hacer la mezcla, ¿para qué coño te vas a ir a Texas? Hombre, Brian Beattie tiene una máquina de los años cincuenta, de válvulas, hay muy pocas de esas, pero los micrófonos, los previos… eso no es como en los años ochenta, ya se ha ido abaratando y las máquinas centrales para grabar un disco son un Mac.




“Si a Putin le da por tirar la bomba atómica o por invadir Alemania, imagínate, no es tan raro. Cuando Hitler invadió Polonia la gente también estaba bebiéndose una cerveza y comiéndose unas patatas fritas. Muchas veces pensamos que en el pasado la gente estaba todo el rato muriendo de tuberculosis, que de pronto una guerra… No, no, la gente vivía, estaba contenta”



¿Te gusta cómo suena el disco?

Me gusta mucho.

Esta vez sí.

Creo que en Texas hubiera sonado mejor, pero no me apetecía ir. Mejor por la máquina esa, una Ampeg de los años cincuenta. Pensemos que supuestamente el hombre fue a la Luna en 1969 y que ahora lanzan el cohete del carapapa este de Twitter y se le revienta a los 100 metros, así que vamos a suponer que la tecnología era mejor en aquella época que ahora. Esa máquina graba muy bien, eso es cine. Aparte es cómo produce ese hombre. Yo he intentado imitarlo ahí, en Fuengirola, en las lagunas de Mijas, que es técnicamente donde está el estudio de Alfonso y su socio Raúl, que fue el que grababa finalmente porque Alfonso estaba con el bajo. He intentado imitarlo en el sentido de estar tocando todos juntos, de cantar no haciendo una guía. Realmente lo que hicimos fue como un concierto: voy a cantar la canción y a tocar la guitarra. La mayoría de mis pistas de guitarra se han quedado tal cual, que en “Asunción” (2018) llegué a quitar mis guitarras, me dio la paranoia y casi todas las guitarras eran de Jaime Beltrán. En este disco están mis guitarras en todas las canciones y además la toma que hice en directo. Pero he intentado hacerlo como si estuviéramos en Texas. Y justo cuando dábamos la toma por buena –la voz no se puede quedar porque por el micrófono de la voz se cuelan baterías y guitarras– la banda se va al control y yo vuelvo a cantarla solo, y esas son las pistas de voz que se han quedado. Vale, hemos sacado el afinador en algunas canciones más que en otras, porque además el estándar de afinación de cantante ha cambiado. Como ya lo usa todo el mundo, nos hemos acostumbrado a escuchar la voz siempre tan perfecta que, cuando escuchas un disco de los ochenta –salvo que fuera yo qué sé, Queen o algo así, que afinaba perfecto–, dices “hostia, esto está desafinado total”. Ahora no lo notamos porque ya todo se afina con el ordenador, no en plan trapero con el Melodyne, sino intentando que no se note, que es también un arte conseguir que no se note, hay que echarle horas al tema, vale dinero hacerlo.

Cuentas que has terminado una relación que viene de lejos, y quizá eso tiene que ver con algunas de las canciones del disco, como “Exvoto”, que habla de alguien que ya no quiere volverse a enamorar. Quizá por todo el bagaje que tiene encima.

Claro, pero también con veintitantos años puedes haber tenido cuatro o cinco… Y más ahora, que la juventud va a un ritmo increíble. Me parece que no sufren tanto, que van más al follar y ya está, cosa que me parece muy bien. Lo que pasa es que a nuestra generación, o a la mía, nos vendieron otra moto y padecemos, sí. He vuelto a comprar el “Werther” hace poco, no sé cuántas veces lo he comprado ya para que se entienda el sufrimiento. Creo que los jóvenes ya no tienen ese tipo de desventuras, no me imagino a un joven volándose la cabeza por amor. Pero se pasa mal, sí.

Es una canción con arreglos preciosos. ¿Todo eso lo tuviste que discutir mucho con los músicos?

Se lucieron, sí. Cada uno vino con lo suyo, y no solamente eso, sino que Adri Cruces hizo la trompeta y no sé si esbozó el trombón que luego hizo su compañero Fernando Blanca. Y luego Antonio Fernández con sus compañeros Lucas Valera y Encarnación Almansa hizo las cuerdas sin haber escuchado lo que habían hecho los otros, y luego hacían un rollo de pregunta-respuesta, por casualidad. Igual es que están tan acostumbrados a arreglar canciones que saben dónde entran las cuerdas y dónde los vientos, que no es en el mismo sitio.

“V de victoria” es una canción entre el soul y el funk, llena de energía, muy hacia arriba. Pero hay un punto en ella en que cuentas que los pájaros de la canción van de camino al sitio al que iba Ícaro y uno piensa “vaya, bajón”.

Pienso que el hombre desaparecerá porque se lo habrá ganado a pulso, y espero que queden en el planeta también los pájaros, los animales, las plantas. Eso estaría guay. Aunque en la naturaleza también hay mucha crueldad, pero por lo menos los pájaros y los árboles. El mito de Ícaro es ese, te quieres acercar tanto al sol, quieres tanto poder, que se te derriten las alas. Y creo que la raza humana está yendo demasiado lejos.

Sí, a un sitio donde hay tormentas magnéticas, basura espacial y lo más negro.

Sí, lo que decía antes del cohete de Elon Musk. Al final la mayor aspiración de un rico es darse un paseo no a la luna, sino a diez kilómetros de altura. Como el que se tiró con un paracaídas patrocinado por Red Bull. Es todo tan estúpido. Pero a una escala más cercana a tierra tenemos Ryanair, Vueling y miles de millones de personas dando vueltas todos los días: yo me voy a Praga, yo me voy aquí, yo a hacer surf en el desierto… ¿Se puede estar todo el mundo quieto ya en su casa? ¿Pero es que tan malamente estás en tu ciudad, chico?

Sobre este asunto del turismo y la gentrificación hay más apuntes en el disco.

Es que eso lo está jodiendo todo. Está jodiendo el planeta, está jodiendo el acceso a la vivienda, porque ahora todas las casas son hoteles. Gente que se está quejando de que no puede pagar el alquiler se va a un piso turístico a Praga para beberse una cerveza porque allí es de otra marca. Cómprala en El Corte Inglés o la pides por correo. Dicen “ahora estás en contra del turismo, ahora que lo han hecho accesible a los pobres”. No, es que si lo han hecho accesible a los pobres es por algo. Lo primero que han conseguido es que las ciudades dejen de ser ciudades y pasen a ser un negocio, un gigantesco hotel lleno de franquicias. “Es que ahora que me lo puedo permitir…”, y toda Ibiza llenándose de gente de San Juan de Aznalfarache los fines de semana porque el vuelo está a 19 euros. Báñese usted en Matalascañas como toda la vida. Además hay más arena, vas a Ibiza y no te puedes poner porque es todo de Abel Matutes.

Políticamente incorrecto, siempre.
Políticamente incorrecto, siempre.


No esperaba que saliera Abel Matutes en esta conversación, la verdad…

¿Quién lo recuerda, ahora que estamos en pleno ayusismo? Hombre, Abel Matutes es todo un teleñeco (risas compartidas). Es el dueño de toda Ibiza, y vas allí a la playa y ya no te puedes poner… En Nerja la cala que se ve a la izquierda desde el balcón de Europa, que es un sitio maravilloso de toda la vida, la ha comprado un tío que la va a poner rollo Ibiza, un chiringuito caro, no van a poner para comer paella para el pueblo, e inmediatamente pondrán hamacas abajo. Y ya no hay donde poner la toalla, que eso está prohibido. Cuando yo era niño no podías ir a las playas de Conil de la parte de Roche donde se compró el chalet Solchaga, otro que iba de socialista, que tiene allí un chaletazo, ministro de Economía que fue. Recuerdo ir con los colegas en coche y un tío con una barrera diciéndonos “no podéis pasar”. Otra vez vamos ahí, dentro de poco ya no se puede entrar en el centro de las ciudades, no puedes sentarte a tomar un café porque tienes un cronómetro, por supuesto no puedes vivir, ya no se puede comer, pero quién quiere comer en una franquicia de esas de mierda con arbolitos de plástico en el techo que salen ardiendo sin que nadie sea responsable luego.

En “Bufón” aludes a tu oficio y, de manera un poco sangrante, describes el ecosistema de los festivales, la escena, la música en directo…

Y sin salir de casa, porque todo eso es una sensación que tengo desde donde vivo…

En ella hablas de un grupo de versiones. ¿Te has sentido alguna vez así, como “el bufón de otro bufón que toca en festivales ‘Del montón’”?

Sí, hubo una época así, lo que pasa es que tenía que pagar las hipotecas. Sí. Por eso Chinarro en los noventa no tocaba bien en directo, siempre hubo una parte ridícula en el asunto. Recuerdo que en 2016 dejé de beber, estuve dos años sin beber y seguí haciendo conciertos, y era una experiencia increíble. No es que beba mucho, pero te subes con tres cervecillas, dos cervezas y una copa… Pero cuando te subes completamente sereno es increíble porque estás todo el rato “¿qué coño estoy haciendo aquí?”… Es una sensación… pero de tan fuerte que es dices “vamos a vivirla”. Y al final está guay.

A mí me duele que finalmente fuera primero “El rito”, con Enrique Morente cantando; “Del montón”, que era una broma de canción hecha a última hora como suele pasar con los singles de los discos; y “Gitana”, que también estaba en ese disco, como que llegáramos a usar el flamenco a sabiendas de que así podíamos llegar a más gente. No lo recuerdo bien, ¿eh?, porque luego hicimos muchos conciertos y fueron muchas cervezas y muchos cubatas, pero creo que hubo algo premeditado ahí, y eso no me gusta. Tengo claro ya desde hace mucho tiempo que nunca volverá a haber en una canción de Chinarro algo que intente recordar el punto flamenco, porque es evidente que es lo que gusta. Ahora hay un montón de proyectos que me parecen respetables, pero… bueno, son andaluces y, claro, lo llevan en la sangre, les gusta, se volvió a poner de moda… OK, yo me lo creo, pero hay algo que está pensado detrás, no sé si de alguna manera asumimos que por ser españoles no podemos dejar el flamenco atrás, que a mí me parece una música muy especializada, una música que en los ochenta no escuchaba absolutamente nadie, porque lo de Paco de Lucía es jazz. Bueno, sí, se mezcla con otros estilos. Chambao, eso estaba guay, así con sintetizadores vaporosos para escucharlo en los chiringuitos al atardecer. El éxito de Triana, que es una banda que, como se mataron, se mató uno, dejaron un aura mítica, que a mí tampoco me gustan. Este grupo que digo de los bufones toca en mi barrio, en el bar de abajo, los escucho todos los fines de semana, llevan tocando 17 años y siempre cantan las mismas canciones: “Noches de bohemia”, “Sarandonga”, son las canciones que la gente se sabe…

Y ya está, tenemos en WhatsApp el emoji de una flamenca, no sé, será verdad. Parece ser, yo ahí no estaba, que fue Franco quien le dio al folclore y a Lola Flores –esa que ahora usan los modernos en el anuncio de Cruzcampo– mucho bombo para vender una imagen exótica de España para que la gente viniera y dejara divisas en el turismo. Si se mezcla con otros estilos, bien, pero me parece que musicalmente el flamenco, si le quitas todo el rollo jazz, es una cosa muy concreta. Hay un montón de palos, pero los palos son por los ritmos y los ritmos son muchos, un rollo casi africano que te hace un regate permanente que no eres capaz de saber por dónde va el compás, que yo es que no me entero. Te lo explican y sí, sí: “Doce por dieciocho el compás, y este seis por siete. Cuarenta y cuatro, este es el resultado”. No me interesa, que lo queréis poner difícil para que veamos que sois muy listos. A mí no me torees, tú eres muy listo pero yo prefiero lo que hacen en Suecia, que es música, canciones con cambio de tonalidad que yo no sé hacer, o sí sé intuitivamente. Me parece increíble la cantidad de grupos buenísimos que salen de Suecia o de Noruega porque tienen una formación musical superpotente. Incluso en Argentina, que estudian música en los colegios. Pero aquí Lola Flores y “ayayay”… Pues OK, a mí no me gusta. Y como vivo en Andalucía, en Málaga, es todo el rato igual y me cansa. No sé, sería más fácil subirme e intentar sacarle partido, porque luego está Rosalía trá-trá, Maria Arnal y no sé qué, que son cosas que están guay, Rocío Márquez con Bronquio, que lo vi en el Canela y está guay, pero luego salió Sonic Boom con Panda Bear y eso me gusta más. ¿Por qué? Porque soy un esnob, porque tu puta madre… Me gustan no más, me gustan mil millones de veces más. Y eso no va a cambiar.

¿Cuando te refieres a estas canciones de “El fuego amigo” y “El mundo según” es esa la “revolución que se quedó en mero revolcón”?

No, no lo había pensado. Puede servir para toda la juventud, tú piensas que vas a cambiar el mundo y al final todo se queda en que amas, creces, te reproduces y mueres. No hay revolución posible. Igual pensé un poco en eso también, en que Chinarro estuvimos ahí pero no conseguimos romper la barrera del Joy Eslava lleno. No está mal, no todo el mundo lo ha hecho.

“El alto mando” es una canción explícita en lo político. Pareces decir que entre lo que se ve y lo que se oye casi prefieras echarte al monte: terraplanistas, negacionistas, amigos de ‘Cuarto milenio’, gente que se hace nazi como por ensalmo… ¿Es una preocupación o, como al final esto se va a convertir en una gran bola de calcio, con cantarlo ya te basta?

¿Pero si nos atacan nos defenderemos, no? No nos vamos a quedar quietos…

Eso espero…

Un amigo que vive cerca del pueblo donde vivía Caracremada, un maqui famoso, me pasó el libro en catalán de su historia. Me lo leí, y sabía lo que eran los maquis, pero explican cómo vivían en el campo como animales y, de pronto, verdaderos héroes, conseguían hacer algún sabotaje poniendo una bomba o algo así. En un contexto de guerra eran pequeñas escaramuzas, pequeñas heroicidades. En un contexto de paz serían denominados terroristas, de hecho es como los trataba la Guardia Civil de Franco. Pero, claro, ¿quién los mandaba? Porque estaban en el campo, en realidad no obedecían a la República, los mandaba una entidad superior, me refiero al alto mando. Luego pensé en los que atentan por Alá y de pronto digo que la canción se está yendo a un terreno… Pero sí, haría falta un poco más de espiritualidad, incluso para los que somos ateos. Creer en un bien superior que en este caso debería ser vivir en armonía con el medio ambiente y tolerancia unos con los otros. Que no venga, como parece que hay ahora tantos echando de menos, un dictador a decirnos lo que tenemos que hacer.


“Pero aquí Lola Flores y ‘ayayay’… Pues OK, a mí no me gusta. No sé, sería más fácil subirme e intentar sacarle partido, porque luego está Rosalía trá-trá, Maria Arnal y no sé qué, que son cosas que están guay, Rocío Márquez con Bronquio, que lo vi en el Canela y está guay, pero luego salió Sonic Boom con Panda Bear y eso me gusta más. Me gustan no más, me gustan mil millones de veces más”



No es la única canción en este tono. Está también “Carlos Haya”, que toca el tema de la memoria histórica, porque sigue habiendo calles con su nombre, monumentos, hasta hace relativamente pocos años un hospital en Málaga. ¿Qué nos dice de nuestra sociedad que una ley como la de memoria histórica, un asunto tan doloroso para tanta gente, siga siendo problemático, siga estando sin resolver y con tantas personas negándose a que se resuelva?

Es que por lo visto el señor Almeida (se refiere al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida) volvió a recuperar en Madrid una calle al Crucero Baleares, que fue uno de los barcos que masacró a la población de Málaga de camino a Almería. Pero es que hay mucha gente en Málaga que está contentísima con que haya gente como Almeida. Entonces, ¿están pidiendo que los vuelvan a masacrar? Lo que viene a decir esa letra es que cuando estoy escuchando a esa gente en la playa, que van de fachas porque se creen que así son ricos y claramente tienen los calzoncillos cagaos, lo puedes poner tal cual, porque es que se les ve, digo, coño, pues que vuelva el Crucero Baleares y que los vuelva a masacrar. Si la gente es tan tonta como para no darse cuenta de que las guerras en realidad van de matar a los pobres y quitarlos de en medio y luego llevarse todas las comisiones, primero de la venta de armas y luego de la reconstrucción de los sitios, si son tan tontos igual es buena idea masacrarlos. Por eso digo “los muertos son los feos”, como diciendo que les den por el culo. Están diciendo que muy bien que la calle se llame Crucero Baleares, están votando a un alcalde que tenía fotos con Franco, que era de la UCD de Franco, están contentos con esto y todavía están los ecos ahí, porque se nota. Cuando vas por la carretera antigua para Almería, que hay unos recodos por la parte de los Acantilados de Maro, se nota lo que sufrió la gente pasando por ahí. Si los están votando, si están diciendo que muy bien, que les gusta la fruta, pues que vuelvan a coger los aviones y que vuelvan a matar a toda esta puta gentuza, porque es que son idiotas. Hay veces que digo ¡joder, me voy al otro bando! Igual que podría irme al bando del flamenco para tener más conciertos, me voy con los fachas a matar a todos estos idiotas. Por supuesto no lo haría, pero es lo que dice la letra, no lo haría personalmente pero la letra refleja ese punto de vista de ¿por qué me estoy poniendo del lado de estos pobres, si es que no se enteran de nada? Lo que me diría J es “Luque, es que hay que explicárselo”. Bueno, pues nada, lo intentamos explicar, a ver si se enteran…

J siempre didáctico…

Sí, hombre, es más paciente que yo…

De la memoria histórica pasas a la memoria personal en “Comunión”, pero la canción tiene un trasfondo social o político, porque hablas en ella de la educación que se dio a nuestra generación, de cómo esa educación en mayor o menor medida sigue estando ahí.

Ya está enmarcado, simplemente por el modo en que te ponen para la foto… Clementina Gades está haciendo un vídeo y le dije que quiero una cosa muy sencilla, que luego salga el Betis formando igual, luego unos militares… Es decir, es la disciplina lo que se está marcando, la pertenencia a grupos en contraposición a otros grupos. En la letra pregunto “¿y la Barbero por qué no sale?”, pues porque era testigo de Jehová, no hay otra explicación. Ahí había diferencias, no había muchos testigos de Jehová, yo era del Polígono San Pablo, pero en aquel barrio había alguno gitano y no todo el mundo iba a la comunión. Ya era una manera de dividir, cómo se van haciendo bandos. Es una temática que ya trato en “El bando bueno” (2020). En “Reality show”, como pasó la pandemia, entré en el tema de pantallas, de las nuevas conexiones. Al final hablo en todas las canciones un poco de todo.

Sí, pero en este disco también tocas temas más personales, como en “Una escena” o “La excursión”, en las que hablas de relaciones de pareja, por ejemplo. Creo que es un disco más compendio que otros anteriores.

No sé, conviene dividir las canciones por temas porque así se entienden mejor. Se lo digo a mi hijo cuando escribe sus letras: no cometas el mismo error que cometí al principio, que es querer hablarlo todo en todas. Sí, es verdad que unas se van más a la política y otras más al amor, pero están conectadas. La gente tiene relaciones personales del modo en que determina la sociedad y el modelo político reinante. En el capitalismo, como decía en el disco anterior, las relaciones son una especie de colección, por el Tinder. Se trata de acumular. Tenía un amigo que decía “¿cuántos países te has hecho”, refiriéndose a cuantas extranjeras te habías follado. La gente que viaja también hace un poco lo mismo, se compra un mapa y pone unas chinchetas. Todo es coleccionable, no hay un recuerdo si no queda una cosa física, una foto, no sé… habrá quien coleccione bragas. Hay quien está follando y saca la cámara y sin permiso graba, me lo han contado varias mujeres, para coleccionarlo, porque si no lo has grabado es como si no hubieras follao. Pues está todo relacionado, no sé si por mis neurosis, pero rápidamente te tiendo un hilo entre dos puntos cualesquiera (se ríe). ∎

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