Auto Sacramental

Los rasgos de carácter de Auto Sacramental quedaron perfilados con trazo vigoroso en el EP homónimo que Triunvirato publicó hace un par de años. La destreza de Jorge Mills al manipular materiales sonoros de uso común –todo lo que nos viene a la cabeza cuando hablamos de pop sintético a la europea– ya estaba ahí. Pero el músico madrileño trascendía la mera emulación al incorporar una iconografía vernácula íntimamente ligada a nuestro genoma cultural –de raíz católica– entre secuenciadores, sintetizadores analógicos y cajas de ritmo.

“Cuestión de fe” desarrolla esa precisa norma de estilo a conciencia pero sin perder el equilibrio. La producción de Guille Mostaza es imaginativa, es suculenta y asume con naturalidad el peculiar temperamento creativo de Auto Sacramental, impulsando la interpretación de Mills, cada vez menos rigurosa, ahora más fluida. Aquí nadie se va por las ramas, estamos ante un álbum que también es ejemplar por su concreción y por el despliegue de ideas que precipita en media hora de música hábilmente destilada.

En “Demonología” se reflexiona sobre el yugo de las obsesiones entre baterías marciales y un homenaje a Simon Gallup. “Trans Europa” le guiña el ojo a Kraftwerk y acude a la historia del Viejo Continente para articular un breve relato sobre amores en tiempos coléricos. “San Lorenzo” delibera sobre las redes sociales como proyección de carencias y sobre lo efímero de según qué canonizaciones en un mundo dominado por la volatilidad. Además, Mills revisa nuestros mitos fundacionales en “Covadonga”, con remate instrumental à la Peter Hook, solo de teclados libre de complejos y un estribillo burlón del que cuesta zafarse. “Vigilia”, a medias con Caliza, es la canción menos vinculada al prontuario del synthpop clásico pero también una de las más apetecibles del lote. Y “Segunda venida”, cien por cien New Order, ironiza con ciertos ritos de la cultura pop contemporánea acudiendo de nuevo a códigos religiosos. ∎