Álbum

George Michael

Listen Without Prejudice Vol. 1Epic-Columbia, 1990
Después de vender casi 15 millones de copias de “Faith” (1987), a George Michael le ha dado por, ejem, “madurar”. Y su regreso está enfocado a recordarlo con una insistencia que casi raya lo patológico: Tony Parsons, una prestigiosa y moderna –con o sin comillas– pluma del periodismo británico, le ha escrito la biografía mientras George intenta que lo llamemos por sus impronunciables apellidos griegos, hace un vídeo ascético (nada de asturianas en paños menores ni caderazos insinuantes), pone una foto de –culto él– Weege en la portada de su disco y lo titula, atención, “Escuchar sin prejuicio, vol. 1”. Lo de “volumen” siempre da un toque intelectual, muy literario y tal.

Dentro, las canciones, como si de vinos de marca se trataran, van fechadas con el correspondiente mes y año, y así nos enteramos de que en 1988 cosechó una, tres en el 89 y seis en 1990, o sea, que casi todas son de buqué fresco.

“Praying For Time”, el single, es típico blue-eyed soul, pero sin clímax ni tensión: el estribillo funciona, aunque se olvida (entonces no funciona, apuntan). “Freedom 90” es dinámica, piano inquieto, en la línea de “I Want Your Sex”, pero, ojo, el texto es de los de “mensaje”, una autoexplicación haciendo hincapié en que ya no es un chaval y así lo plasma en la frase de que “a veces el traje no hace al hombre”

“They Won’t Go When I Go” es su conexión Motown, un préstamo del Stevie Wonder de plenitud grabado live: la versión es competente, pero está a años luz de la original de 1974.

“Something To Save”, guitarra acústica y chelos, es bonita aunque no sube la temperatura. “Cowboys And Angels” sí la sube: breve piano introductorio, bajo nocturno, saxo turbio, escenario de jazz orquestal acolchando una ajustada prestación vocal (aunque cierto deje a lo Freddie Mercury, también presente en otros cortes del disco, provoca más de un molesto sobresalto).

“Waiting For That Day”, cadenciosa, quiere tener base Soul II Soul, pero es demasiado tímida; los coros y la guitarra de Phil Palmer la maquillan dignamente. “Mother’s Pride” es muy pretenciosa, intragable. “Heal The Pain” recupera la cadencia y el juego vocal de “Waiting For That Day”. “Soul Free” es un flamante ejemplo de pop-dance cuajado con un perfecto combinado de bajo-teclados-percusión; la sombra de Jazzie B tampoco anda lejos, mientras que la voz, en falsete, ondula entre implorante e insinuante. Sin duda, lo más estimulante del álbum. La reprise de “Waiting” pone el broche solemne e intimista a una obra a la que, escuchada sin ningún tipo de prejuicio, hay que otorgarle un aprobado justito. La ejecución general es impecable y al chico se le agradece su intento por entregar cierta dignidad a la chiquillería que lo ha encumbrado, pero a la madurez de Georgios Kyriacos Panayiotou todavía le falta reposo y mucha menos premeditación para llegar a poseer un sabor único e incomparable. ∎

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