Lou Reed

Estigmatizado por la densidad emocional de “Berlin” (1973) y por el rotundo directo de “Rock N Roll Animal” (1974), Lou Reed abordó la grabación de “Coney Island Baby” (1976) apuntando hacia el punto más distante del experimentalismo ruidista de “Metal Machine Music” (1975). Los pleitos judiciales contra sus colaboradores, los hermanos Steve y Dennis Katz, problemas económicos y de drogas y las presiones de RCA jugaron un paradójico papel estimulante en los resortes creativos del neoyorquino, orientándolo hacia uno de sus trabajos fundamentales.

Sus ocho canciones se sustentan en textos ásperos, provocadores e incluso chulescos (“Nobody’s Business”), incrustados tanto en directos estribillos y ritmos (“Charley’s Girl”, “Ooohhh Baby”) como en lánguidas y románticas letanías (“Coney Island Baby”), marcadas todas por una estética instrumental diáfana y espaciosa, ya anticipada en su portada y cuya cohesión deparó un soberbio resultado de inspiración agridulce. Tal efecto se construyó sobre una instrumentación elemental y sobre un logrado perfil vocal, liderado por la templada voz de Reed y respaldado por un impagable juego de coros, a los que la compensada producción del joven Godfrey Diamond vino a poner la guinda.