Torbellino de pasión. Foto: Òscar Giralt
Torbellino de pasión. Foto: Òscar Giralt

Entrevista

Caitlin Moran: she’s electric

La autora británica recupera a la joven periodista Johanna Morrigan, irreverente y mordaz alter ego con el que se estrenó en la novela con “Cómo se hace una chica”, para despellejar el britpop de los noventa y plantar cara al abuso de poder machista en “Cómo ser famosa”.

Es más que probable que Caitlin Moran (Brighton, 1975) arrugase el gesto y se enredase en una vistosa coreografía de aspavientos al ver su nombre compartiendo espacio con el título de una canción de Oasis, pero, qué diablos, si existe alguien sobre el planeta Tierra capaz de apreciar la ironía, sin duda es ella. Máxime ahora que la más locuaz, irreverente y eléctrica de las escritoras británicas, la periodista adolescente convertida en columnista de referencia tras salir corriendo de Wolverhampton (y de su, guiño-guiño-codazo, “family full of eccentrics”), ha regresado a aquella “insolación” masiva, aquella borrachera de optimismo simplón que fue el britpop.

En concreto, Moran ha puesto rumbo a aquel otoño de 1994 en que Gran Bretaña estaba “en pleno enamoramiento colectivo y homoerótico de Oasis”, todo el mundo parecía andar brincando por la calle gritando “¡Parklife!” y la vida cotidiana era un jubileo. ¿O no? “Tengo dos hijas adolescentes que ahora mismo están obsesionadas con el britpop y no paran de repetir que ojalá hubiesen vivido la época, a lo que yo contesto que de eso nada. En aquellos tiempos las chicas no tenían ningún valor. Hoy, en cambio, se nos respeta”, explica la autora de “Cómo ser mujer” (2011; Anagrama, 2013).

Las razones por las que Moran destrozaría con un hacha cualquier máquina del tiempo que acabase en manos de sus retoños son, de hecho, las mismas de las que da buena cuenta en “Cómo ser famosa” (2018; Anagrama, 2020), nueva entrega de las andanzas y tropiezos de Johanna Morrigan, alter ego poco o nada disimulado que la británica presentó en “Cómo se hace una chica” (2014; Anagrama, 2015). “Al principio la idea era un libro sobre lo raro y doloroso que puede llegar a ser convertirse en una celebridad, pero el tema cambió cuando me di cuenta de que aquello solo le interesaría a Chris Martin, Adele y Bono. Así que la fama pasó a un segundo plano y la novela se convirtió en un libro sobre el abuso sexual”, relata. Porque, en efecto, a pesar de las risas y de la cascada de referencias, a pesar incluso de las infinitas variables de la fórmula “sexo, drogas y rock’n’roll”, “Cómo ser famosa” es una obra sobre temas tan crudos como el abuso sexual, la pornovenganza y la vergüenza con la que tiene que cargar quien no ha hecho nada para merecerla.

Un libro con el que, en fin, Moran ha querido explicar la historia de todas las Johannas que llegaron a Londres en los noventa con ganas de comerse el mundo y se las tuvieron que ver con una completa alineación de vampiros, viejos depravados y tipos infames de la más variada calaña. “Mi obsesión es que mis libros sean útiles. No me interesaba tanto contar una historia de acoso como explicar una historia de cómo sobrevivir al acoso”, aclara Moran, para quien “Cómo ser famosa” también tiene algo de “cuento de hadas” sobre los tres tipos de sexo que puede tener una mujer: el pésimo, el hermoso pero con la persona equivocada y, por último, el rematada y definitivamente bueno.

“Mi obsesión es que mis libros sean útiles. No me interesaba tanto contar una historia de acoso como explicar una historia de cómo sobrevivir al acoso”

Abanderada de una manera de entender el feminismo en la que lo combativo no se entiende sin la risa ni la juerga (“el feminismo es una idea tan brillante que no quiero que la conozcan solo diez personas en secreto”, sentencia), Moran acabó de escribir “Cómo ser famosa” justo cuando el movimiento #MeToo entraba en fase de ebullición y cientos de mujeres empezaban a compartir en las redes sociales experiencias como la que Johanna sufre en la novela. “Es como si el mundo hubiese llegado a la misma conclusión que yo y que para recuperar la dignidad perdida las mujeres necesitásemos compartir nuestras historias y devolver la vergüenza a los verdugos”, explica. No aclara Moran si el verdugo de Johanna en la novela, ese infame cómico llamado Jerry Sharp, está basado en alguien concreto o es una combinación de varias personas, pero sí que subraya que, de vuelta a los dominios del britpop y a ese rosario de conciertos, noches en vela y viajes transatlánticos que se suceden en “Cómo ser famosa”, el problema no eran los músicos. O no lo eran hasta que empezaron a serlo.

“Los músicos del britpop no tenían nada que ver con las clásicas estrellas de rock: eran buenos chicos de clase trabajadora, leían libros y eran feministas”, aclara. Su problema, añade, fue que no supieron lidiar con su propio público. “Si el britpop se hizo tan popular fue porque había un montón de chicas adolescentes comprando discos. Así que no solo estaban los chicos con los brazos cruzados diciendo ‘Oh, sí, esto mola’, sino que había cientos, miles de chicas gritando. Y a los grupos les incomodaba mucho aquello; les daba vergüenza que sus fans fueran un puñado de crías adolescentes. No eran conscientes de que eran ellas quienes les estaban haciendo millonarios”, relata Moran, sumando así una nueva razón a la lista de motivos por los que sus hijas tendrán terminantemente prohibido viajar a los noventa. “Por suerte, ahora es diferente. Gracias a internet, sabemos del poder del amor incondicional adolescente. Recuerdo que hace poco vez entrevisté en mi casa a Matthew Healy, el cantante de The 1975, y lo único que le preocupaba era saber si mis dos hijas adolescentes consideraban que su grupo era lo suficientemente ‘cool’”, ilustra. La respuesta, claro, fue que sí. Y el suspiro de alivio de Healy debió de ser de los que hacen época. ∎

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