Libro

George Saunders

Lincoln en el BardoSeix Barral, 2018
Tras varios libros de relatos, George Saunders se estrenó en la novela con “Lincoln en el Bardo” (2017; Seix Barral, 2018), reconocida con el Booker Prize e hilarante obra que se burla de los escritores de laboratorio y de la fragmentación de las narrativas posmodernas. David Morán escribió la crítica de “Lincoln en el Bardo”, que meses depués fue escogido el mejor libro del año 2018 en las listas anuales de Rockdelux.

La lotería del Booker le ha permitido cambiar de división y pasearse por las portadas de suplementos culturales que hasta no hace demasiado apenas habían reparado en su existencia, pero tampoco hacía falta que le tocase el gordo literario para saber que George Saunders (Amarillo, Texas, 1958) era un grandísimo escritor: bastaba con asomarse a las páginas de “Guerracivilandia en ruinas” (1996), “Pastoralia” (2000) o “Diez de diciembre” (2013) para convenir que ahí dentro había mucho más que un puñado de cuentos de humor escorzado, melancolía desencajada y perpetua cara de pasmo. De ahí que su estreno en la novela con la maravillosa “Lincoln en el Bardo” (“Lincoln In The Bardo”, 2017; Seix Barral, 2018) sea una sorpresa relativa: como era de esperar, todo lo que sabíamos de Saunders aparece aquí en versión desmadrada y agigantada, con el cementerio de Washington D. C. convertido en alucinógeno escenario por el que los no vivos “correflotan” tal y como murieron –con una descomunal erección, con la cabeza hecha papilla, con el vestido lleno de lamparones de sangre reseca, en plena juerga noctámbula...– tratando de abrazar (o burlar, según el momento) la “materialuzqueflorece”.

La prematura muerte del hijo de Abraham Lincoln en 1862 y su inesperada irrupción en el Bardo, espacio de tránsito entre la vida y la muerte al que, según las creencias budistas, van a parar aquellos que se niegan a reconocer su deceso, es la percha que Saunders manosea y retuerce para acabar colándose en tan desquiciado limbo terrenal y dar forma a una asombrosa novela a ratos histórica, a ratos de aventuras y casi siempre de fantasmas atrapados en la tragicomedia del más allá. El relato, concentrado en una sola noche de febrero de 1862 y construido casi exclusivamente a partir de citas reales e inventadas, es un prodigio de forma y fondo, con más de ciento cincuenta voces componiendo una asombrosa sinfonía y el absurdo ensanchando los márgenes de un camposanto en el que Saunders concentra melancolía humanística, redención, tramas hilarantes y, quizá el único “pero”, un final excesivamente optimista y bondadoso.

Siempre habrá quien no quiera ver más allá de una estructura aparentemente endiablada y asegure que Saunders ha fracasado en su intento de abrazar la alta literatura, pero lo cierto es que “Lincoln en el Bardo” es todo lo contrario. Es, de hecho, un vistoso corte de mangas a la academia y una salvaje burla a los escritores de laboratorio y a la fragmentación de las narrativas posmodernas. Una historia de espectros y fantasmas con la que el estadounidense le echa un pulso a la muerte y, con el brazo que le queda libre, construye un majestuoso y reluciente monumento a la imaginación. ∎

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