Álbum

Burna Boy

Love, DaminiSpaceship-Bad Habit-Atlantic-Warner, 2022

El nigeriano Burna Boy sigue con su cruzada para convertirse en el nombre más popular del afropop. Y si bien el nuevo disco suena más confidencial de lo esperado, las cifras se imponen. El primer single, “Last Last”, supera a los dos meses de su edición los cien millones de audiciones en Spotify. La canción, que samplea el “He Wasn’t Man Enough” de Toni Braxton y cuenta con la producción del afamado Chopstix, se ha convertido en el mayor éxito de su carrera. Cantada en un slang que mezcla inglés y yoruba, la controvertida letra habla de la pena por una relación sentimental fallida; según sus fans, se refiere a la rapera británica Stefflon Don. Acusa a la mujer de haberlo manipulado, aunque reconoce no haber sido un “boyfriend” ejemplar, y habla de curarse con “igbo” (hierba) y “shayo” (alcohol). Vincula su pena con un accidente que tuvo en febrero en Lagos, con su Ferrari recién estrenado, y también hace referencia a una canción de Baba Fryo, leyenda de la música nigeriana, y al activista Soboma George, asesinado en 2010.

En el lujoso apartado de featurings, destaca Ed Sheeran poniendo acento R&B en una balada, “For My Hands”, que también guiña el ojo al amapiano, convertida en el segundo tema más escuchado del disco. El as colombiano J Balvin pone acento reguetón a “Rollercoaster”. Por su parte, el estadounidense Khalid se cuida de acentuar el romanticismo, con arreglos orquestales incluidos, de “Wild Dreams”, y la estrella jamaicana Popcaan aporta la oportuna dosis de dancehall a la por otro lado relamida “Toni-Ann Singh”. El acento californiano lo ponen la sedosa voz R&B de Kehlani y el fraseo hip hop de Blxst en la fragante “Solid”. No falta la colaboración de paisanos; Victony acentúa el lado lover del disco en “Different Size”. La conexión británica la cubre el rapero J Hus, pionero del afroswing, en “Cloak & Dagger”, con una producción que vuelve a guiñar el ojo al amapiano. Destaca la presencia de los sudafricanos Ladysmith Black Mambazo poniendo armonías vocales en la apertura “Glory” –con felicitación por su 31º aniversario incluida– y en el cierre con el tema titular.

Lo mejor del disco cabe buscarlo en la esencia jamaicana que desprenden “Science”, con arreglos de viento, y un “Kilometre” que, con la ayuda del Auto-Tune, vuelve a la esencia del afropop. Aunque para pegadizo nada como “Jagele”, con saxo y guitarra poniendo acento mainstream. El apartado reivindicativo lo cubre con “Whiskey”, servido con arreglos deudores del afrobeat de Fela Kuti y una letra que habla de la falta de trabajo, de la hipocresía, de la avaricia de los políticos, de los cortes de luz, de las inundaciones y de que la “pollution make the air turn black”.

El afropop canónico, con ligeras fugas amapiano, vuelve a aflorar en “It’s Plenty” haciendo gala de la imbatible mezcla entre caricias soul y fraseos rapeados. Y “Dirty Secrets”, puntuada por las cabriolas de una guitarra, no tiene doble significado, ya que habla explícitamente de su sexualidad: “I’m fuckin’ at the mornin’, I’m fuckin’ at the evening time”. Otro tema que habla de deseo sexual es “Vanilla”, con una melodía puntuada por un saxo de ciertas reminiscencias a lo Grover Washington, Jr. De nuevo un saxo protagoniza “Common Person”, entre coros femeninos y una guitarra que retrotrae al highlife. Para acabar, “How Bad It Could Be” –introducida por parlamentos de Jorja Smith, el luchador de artes marciales nigeriano Kamaru Usman y Naomi Campbell, hablando de cómo afrontan sus estados de mal humor– es una serena reflexión para superar el estrés y la ansiedad. Quizá no sea el gran disco de Burna Boy que esperábamos, pero hay suficiente sustancia para seguir atentamente los pasos de este gigante del afropop. ∎

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