Álbum

NOIA

giselaCascine, 2023

Gisela Fullà-Silvestre dejó hace años su natal Barcelona para instalarse en Brooklyn. Desde 2012 se paga el costoso trámite de vivir en la ciudad de los rascacielos trabajando como diseñadora de sonido y compositora en la industria cinematográfica yanqui. Paralelamente no ha descuidado su faceta como artista musical bajo el alias de NOIA. Tras varios EPs editados, “Habits” (2016) y “Crisàlida (2019), que revelaban su gracia para la melodía y la configuración de sonidos ensoñadores, la catalana da un salto cualitativo con la incorporación de “gisela”, su primer larga duración, a su casillero.

Se ha hecho esperar el bautismo discográfico de NOIA, pero desde el primer surco reprueba la confianza depositada en su talento desde su avistamiento en cortes como “Itaca tropical” o “Nostalgia del futuro”. Un período de maduración como persona y artista que asume con este breve, variado y luminoso trabajo. Del mismo modo, los temas incorporados manifiestan la identidad dual de una artista que no olvida sus raíces, como tampoco su posición Km 0 del entramado del pop electrónico, de expansión latina y trazas experimentales que agitan las aceras neoyorquinas de su radio de acción. Ese corazón dividido entre Barcelona y Brooklyn se traduce de forma evidente en los tres idiomas utilizados por la cantante barcelonesa: catalán, español e inglés –incluso esta vez incorpora el portugués–, pero también en la elección de unas alianzas a uno y otro lado del Atlántico con tres músicos con quien comparte modales y afinidad musical.

Ráfagas de una identidad cruzada por las dos orillas del Atlántico que se filtran en un primer álbum programado desde ese pop electrónico y art pop que la han acompañado desde sus orígenes, y que ahora enriquece con el añadido de la canción tradicional, el cante, el bolero y otras insinuaciones (y desviaciones) sonoras de apreciable estímulo y admirable encaje.

El lote lo abre una saudade nocturna. “anoche (intro)” fija la atención del oyente con un lamento triste rodeado por sonidos urbanos, pero también del campo, que le aportan una singularidad sugerente y grácil a la hora de dar volumen a un espacio físico reconocible.

Configuración inicial que rompe con la rítmica a destiempo de “didn’t know”, single de adelanto en que airea su descontento con los hombres con la complicidad de Ela Minus. Una desilusión generalizada sobre el mundo de las citas y el desapego afectivo generalizado que se da en las grandes ciudades y que queda expresado sin velos mediante cortes de audio propios y de sus amigas interceptados por WhatsApp, e intercalados con tino entre sintes y arritmias rítmicas.

En “reveal yourself” vuelve a intercambiar con naturalidad el español y el inglés en una tonada sintética espacial donde su fortalecida voz destila una melancolía que no conduce a la bajona, sino a la animosidad.

“glitter blanca” reproduce sensaciones parecidas al tema anterior mediante una nube de torceduras experimentales propias del bagaje de Björk, condimentadas con un glitch pop que aporta un grado extra de luminosidad.

En el siguiente corte, “otra vida por vivir”, abraza el catalán y el español para reconectar con sus raíces con el apoyo de Maria Arnal en los vocales. Todo embellecido por delicadas y sinuosas capas instrumentales instaladas en el bajo vientre y que impulsan el recorrido vocal de las dos cantantes.

No abandona el catalán en la íntima y reposada “Canço del bes sense port”, un refugio de tenues resonancias marítimas y un exquisito diseño de sonido con el que arropa un fragmento de la poeta catalana Maria Mercè Marçal.

La calma apaciguadora queda rota por otro single del álbum. En “eclipse de amor” se conjura con Raquel Berrios de Buscabulla y envía correspondencias con la música de la formación puertorriqueña mediante un bolero agitado por ritmo dembow y celeridad electrónica. Una comunión con el pop electrónico que se prolonga en la anotación menos centelleante del álbum: “life lived through you”.

Por su parte, “verano adentro” resuelve en lo sonoro esa introspección que busca cierta paz pese a todo. Un medio tiempo donde aborda ansiedades y anhelos que no se cumplen, atenuados por el clima reconfortante de una Barcelona que actúa como analgésico de los males internos. Un verano de gestación íntima, también desde la parcela instrumental.

Cierra el recorrido con nuevas conversaciones entre amigos antes de dar entrada a un fado, recuperando uno de los hitos de Amália Rodrigues: “estranha forma de vida” culmina la madurez de una artista inexplicablemente poco atendida a este lado del Atlántico. Esperemos que este trabajo le acabe reportando la visibilidad que se merece y acerque su propuesta a plazas más cercanas. ∎

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