En la web de Mute Records se puede leer, con respecto a “Birthing”, el decimoséptimo álbum de la trayectoria de Swans, que su edición de lujo, en triple vinilo, viene acompañada de un DVD extra con “Swans. (Rope) The Beggar Live 2024”, una película “de concierto” de Marco Porsia que documenta la gira más reciente de la banda por Estados Unidos. El DVD incluye también “I Wonder If I’m Singing What You’re Thinking Me To Sing”, un documental de Christopher Nicholson que sigue la gira en solitario de Michael Gira en 2022. Pero lo más importante, por lo que anuncian, son las propias declaraciones de Gira que pueden leerse en la web de Mute y que el músico había publicado previamente en la cuenta de Instagram de Swans el 25 de febrero, el día del lanzamiento de “I Am A Tower”, el primer single de este disco: “Este álbum, junto con el reciente lanzamiento en directo, ‘Live Rope’ –lanzado para financiar la grabación de ‘Birthing’, en el que ya se incluían versiones en directo de tres de los ocho temas publicados ahora en versión de estudio–, constituye mi última incursión (como productor / empresario) en los mundos sonoros que han ocupado por completo mi atención y han sido mi obsesión durante años. Haremos una última gira en este formato hacia finales de 2025, y luego ya está. Después de eso, Swans continuará, mientras yo pueda, pero de una forma mucho más reducida. Se pueden encontrar indicios de esa dirección en algunos momentos del álbum actual. Mientras tanto, mi esperanza es que la música proporcione una atmósfera positiva y fértil en la que soñar”…
Probablemente haya pocas bandas que hayan estado o estén tan activas como los Swans tras su reforma o, como lo denominó Michael Gira en su momento, su “reconstitución”. Al principio, la insistencia de Gira en la terminología podría haberse calificado como una argucia semántica, pero los años transcurridos desde la publicación de “My Father Will Guide Me Up A Rope To The Sky” en 2010 han sido impresionantes; no solo por el número de álbumes, sino también por su tamaño y extensión: se ha tratado, a menudo, de obras gigantescas –cuesta creer, a la vista de las catedrales de sonido que elabora, que Michael Gira escriba la mayoría de las canciones de los Swans solo y con guitarra acústica–, algunas de las cuales solo podían presentarse en dos cedés o tres discos de vinilo, y las canciones se desarrollaban e iban evolucionando durante las numerosas giras y conciertos, tan exigentes para la banda como para el público, al que se abruma por la intensidad, la repetición ritual del mantra. Swans son todo o nada. Y “Birthing”, si es lo último de este formato “orquestal”, no iba a ser una excepción.
El nuevo álbum se abre con “The Healers” y cuando Gira dijo recientemente en una entrevista para el pódcast www.thevinylguide.com que echaría de menos, en el futuro, los crescendos, esta idea encaja bien con la pieza de casi 22 minutos, que se va intensificando gradualmente tras un largo pasaje inicial sostenido, al que no se incorpora la batería hasta el minuto 7 tras los paisajes sonoros del principio. El tema se inicia con Gira declamando, como si fuera la voz del Antiguo Testamento: “I am the mother of our daughter / My wings are spread out across the sky…” (“Soy la madre de nuestra hija. Mis alas se extienden por el cielo...”), a modo de punzantes visiones bíblicas presentes a lo largo de todo el disco.
El segundo corte, el citado “I Am A Tower”, también comienza con calma, con sonidos ligeramente trémulos y una voz femenina. Gira no entra hasta pasados cuatro minutos, mientras una salvaje orgía de sonidos retumba de fondo hasta que irrumpe en escena una potente batería. Hacia el final, se oye lo que casi podría ser una declaración de principios propia de Donald Trump: “I am a kingdom of one, behold what I have become / Down in the belly of earth, I hereby nullify your birth / Now everything is mine, I am the end of time” (“Soy un reino de uno, mira en lo que me he convertido / Abajo en el vientre de la tierra, anulo tu nacimiento / Ahora todo es mío, soy el fin de los tiempos”). El tema que da título al disco, de otros 22 minutos de duración, parece acabar a los 12 minutos, como si una nueva canción naciera dentro de otra canción de sutiles pasajes de piano. Recuerda casi a sus grabaciones de Angels Of Light, hasta desembocar de nuevo en inclementes crescendos de fiera intensidad. Le sigue “Red Yellow”, la pieza más corta, de “apenas” siete minutos, en la que Gira suena, una vez más, demoníaco, acompañado en su fase final con un saxofón situado al borde de la disonancia hasta su abrupto final. “Guardian Spirit” es una composición lenta, adornada con una extraña flauta y un canto como de sirena que no hace otra cosa que inquietar según va avanzando en su duración, hasta terminar con una larga coda instrumental. “The Merge” comienza con la voz de un niño que dice “I love you mummy” para convertirse inmediatamente en una pesadilla horrorosa que deriva hacia una especie de jazz salvaje en la que el mismo niño cuenta hasta diez en inglés y alemán lo que parecen los segundos que le quedan de vida. El álbum se cierra con “Away”, la única pieza en la que la insistencia y la repetición no nos sumerge en un paroxismo de desesperación, sino que ofrece una especie de letanía litúrgica en la que se citan los nombres de Alice, William, “la pobre” Catherine y Simon, como si estuviera recordando a personas fallecidas: “¿A dónde hemos ido todos? / ¿A dónde se han ido todos? / Todos nos hemos ido, ido, ido, ido, ido, ido… / lejos, lejos, lejos, lejos, lejos…”. Tal vez, como le sucediera a Nick Cave hace ya años, Gira esté comenzando a “dulcificarse” y sus Cisnes se conviertan en el futuro en aves fénix. ∎