“Se vienen cositas”. Expresión utilizada cada vez más a menudo por los artistas en las redes sociales para anunciar próximos proyectos y aumentar el hype. Expresión también cada vez más sometida a meme y a mofa: el otro día leí una encuesta en Twitter al respecto y no salía muy bien parada. Nos guste la expresión o no, en este caso es propicia: en 2022, se vienen cositas interesantes en el mundo de la música.
Si 2021 fue el renacer de la industria musical después del azote de la pandemia del coronavirus –en España, la venta de música tanto física como digital creció un 22% en el primer semestre respecto al año anterior–, 2022 promete ser un año de nuevas oportunidades, especialmente en el mundo digital.
El panorama para los artistas cambia cada día; la forma de consumir música, también. Surgen nuevas plataformas y nuevas tecnologías. Cada vez es más difícil mirar a la bola de cristal y hacer predicciones certeras, pero vamos a intentarlo. Estas son las tendencias que deben estar en tu punto de mira porque van a impactar en nuestra forma de relacionarnos con la música.
Donde antes prevalecía el algoritmo de Spotify para encontrar nueva música, ahora impera el de las redes sociales. Cada vez con más frecuencia se utilizan plataformas como Instagram para descubrir nuevos artistas, especialmente entre perfiles muy jóvenes. Según una encuesta de YPulse, un 60% de oyentes de la Generación Z y millennials estadounidenses –los consumidores del futuro– lo hacen así.
Pero también se busca a una audiencia con más recorrido. “Muchos artistas están usando Instagram para mostrar lo que saben hacer. Dentro del rock y del metal se llevan los ‘shreds’, que consisten en ejecutar un solo o una versión de una canción con un alto nivel de complejidad técnica, como hace en Instagram la guitarrista Kiki Wong”, indica Ricardo Tayar, CEO y fundador de Flat 101.
Los músicos también aprovechan esta ventana para “hacer tutoriales o mostrar sus ensayos, así llegan a su público de manera más cercana y personal. Ahí tenemos a Rob Halford, de Judas Priest”, ejemplifica Tayar. En España, especialmente desde la pandemia, son muchísimos los artistas que se han sumado a esta tendencia de acercar los entresijos de la música a su público gracias a las redes sociales.
La banda sonora de los videojuegos también es un escaparate que, según los expertos, irá en aumento: uno de cada cinco consumidores de todo el mundo de entre 18 y 24 años ha encontrado música a través de un videojuego, según un estudio YouGov de 2021.
Se trata de una tendencia con recorrido histórico –recordemos la mítica “Song 2” de Blur que aparecía en “FIFA 98”– que sigue presente en videojuegos como “Fortnite” y que también arraiga de manera indirecta en plataformas como Facebook Gaming o Twitch, donde se crean comunidades para seguir las partidas de los gamers.
Esta última ha lanzado Soundtrack By Twitch (Beta), una herramienta específica para que los creadores de Twitch, que juegan partidas multitudinarias, puedan incluir música con licencia en sus transmisiones en directo. De esta manera no tienen problemas con los derechos de autor y se convierten en un trampolín para que los artistas sean descubiertos por su comunidad de Twitch. Ya lo decía Lana Del Rey: “This is my idea of fun, playin’ video games”.
Luego hay ejemplos curiosos que intersecan el mundo gamer y la televisión, como el de El Rubius, el youtuber con más seguidores de España, que eligió a Mägo de Oz para la canción de apertura de su serie “Virtual Hero”.
Pero si hay una plataforma llamada a dominar la industria musical en 2022, esa es TikTok. La red social de vídeos en formato corto por excelencia ha cogido el testigo de lo que fue YouTube para los artistas desconocidos (en aquel caso, con Justin Bieber como adalid). YouTube, por cierto, lanzó el año pasado YouTube Shorts, su propia app de vídeos de formato corto para intentar competir con Instagram Reels y TikTok.
Ahora, con más de mil millones de usuarios activos, la app cuyo símbolo es precisamente una nota musical supone una oportunidad enorme para hacer contenido que pueda ser viral. “Hay artistas noveles que han conseguido una repercusión global enorme en TikTok, como Adam And The Metal Hawks, que empezaron con versiones de clásicos del rock como Guns N’ Roses y Ozzy Osbourne, y han acabado haciendo conciertos y llenando estadios”, explica Tayar.
Como en todo lo que tenga que ver con el arte, no hay una fórmula mágica, pero se suelen viralizar melodías pegadizas con una parte central animada y bailable. Claro, aquí surge el fenómeno en el que todos los usuarios se graban en vídeo corto bailando la misma canción. Pero también se han vuelto virales temas lentos y melódicos.
En 2021, el top 3 de canciones más escuchadas fue “Astronaut In The Ocean” de Masked Wolf, “Beggin’” de Måneskin y “Adderall” de Popp Hunna; con la primera y tercera, se corona y gana el rap.
La propia plataforma de TikTok se encargó el año pasado de realizar un estudio para entender esta tendencia. Los resultados fueron apabullantes: el 80% de las personas entrevistadas con perfil en esta red social la usan para descubrir nuevas canciones, y más de la mitad de estos descubrimientos se producían de manera espontánea gracias al feed personalizado que le aparece al usuario.
Si TikTok es el rey en el país de los vídeos cortos, Spotify no podía quedarse atrás y arriesgarse a perder su trono de plataforma de streaming en la música. El año pasado, ambas se aliaron para ofrecer a los usuarios de TikTok tres meses de suscripción premium en Spotify gratis en España. El salto está claro: descubres una canción en TikTok, que es banda sonora de un vídeo o que se ha hecho viral, y te lanzas a escucharla en bucle en Spotify.
Pero su transformación no va a quedarse ahí. 2022 se presenta como un año en el que Spotify apostará mucho más por lo visual: el arte en movimiento está sustituyendo a la imagen estática. “En Spotify cada vez tiene más peso el contenido interactivo, ahora están incluyendo la letra de las canciones en modo karaoke y vídeos cortos que se reproducen de fondo mientras escuchas una canción”, subraya Tayar.
El arte visual engloba cada vez más pasos de la producción de una canción: ya no es solo el videoclip, ahora es el teaser, los clips para Instagram y la carátula “viva” de Spotify. Si eres músico o cantante, es el momento de ser creativo e innovar en carátulas dinámicas para tus canciones.
Seguramente queden muy pocas personas que no hayan leído o escuchado ya la palabra metaverso. Desde el anuncio del cambio de nombre de Facebook a Meta en octubre de 2021, todo se disparó. Hasta fue candidata a palabra del año de la FundéuRAE, la Fundación del Español Urgente.
Una de las promesas de este entorno virtual tridimensional, que busca ofrecer una experiencia muchísimo más inmersiva, son los conciertos en el metaverso. En España, Vodafone ya ha lanzado Vodafone 5G Reality, un metaverso temático que incluye una zona de espectáculos en directo que se ha inaugurado con Nancys Rubias.
A nivel global, las noticias se suceden cada día: Steve Aoki acaba de sacar su propio metaverso; The Sandbox se ha asociado con Warner Music para crear un mundo con temática musical en esta plataforma; en la India han anunciado que ya se han estrenado con el primer concierto en este universo; y en Corea del Sur buscan extender la fama de sus estrellas de entretenimiento musical con la alianza entre la red de blockchain Klaytn y Animal Concerts, organizador de conciertos en el metaverso con sede en Estados Unidos. Basta un pestañeo para quedarse desactualizado.
“Si 2021 fue el año del revuelo de los NFT en el arte, 2022 es el de los NFT en la música”, asegura San Juan. Kings Of Leon se convirtieron en los reyes musicales de los NFT al ser pioneros el año pasado en lanzar un álbum en este formato, y los expertos apuestan por un largo recorrido de esta tecnología.
La sigla hace referencia a “Token no fungible”, un certificado digital de autenticidad asociado a un activo digital que funciona como una acción en un mercado de valores: se puede comprar, vender y subastar. Es decir, se puede obtener la propiedad digital del activo. Por la palabra token ya se puede intuir que viene del mundo de las criptomonedas y del blockchain; es su aplicación más ligada al entorno artístico y cultural, que puede constituir un modelo alternativo.
“El NFT coloca al artista en el centro, tiene mucho más poder”, dice San Juan. Gracias a ello, “el músico puede configurar su propia economía, financiar el disco y no ser tan dependiente de los grandes sellos discográficos. En la compraventa de NFT, se puede ir quedando con un beneficio y hay una trazabilidad de toda la cadena”, explica Luis Martínez, fundador de Staxe, donde han desarrollado una plataforma basada en blockchain para invertir en producciones musicales.
Del lado del fan, supone una experiencia totalmente nueva. “Es la primera vez que tiene la oportunidad de formar parte del futuro de una producción. Es como si tuvieras un contrato inteligente sobre la propiedad de la canción, el artista se quedara con una parte y tú con otra”, explica Martínez, en cuyo proyecto ya han lanzado este modelo de inversión con el cantautor sevillano Mario Palma. Esto permite también que se genere una comunidad en torno a un proyecto de forma más activa e implica una nueva forma de coleccionismo.
“Es un cambio de paradigma de nuestra conexión con el artista”, sentencia Martínez. “Va a ser un cambio disruptivo, pero lo imagino como algo complementario a los modelos actuales”, añade San Juan. Aún hay muchísimos interrogantes por delante que resolver sobre la propiedad intelectual y los derechos de publicación en torno a esta tecnología.
Mientras tanto, más y más NFT se van adquiriendo y vendiendo. Para cerrar esta tendencia, una excentricidad: el Bored Ape Yacht Club es una colección de diez mil NFT únicos de avatares de simios de rasgos diferenciados, creados en la blockchain Ethereum. El rapero Eminem adquirió uno de ellos por más de 450.000 dólares. Esencialmente, es la caricatura de un mono aburrido.
Los NFT son un futuro salpicado de presente, pero hay otras formas de financiación que ya llevan unos años pisando fuerte y se han asentado. Se trata de los métodos de micromecenazgo, en los que los artistas reciben pequeñas cantidades de dinero directamente de sus seguidores a cambio de experiencias únicas y especiales.
En Cameo puedes adquirir un vídeo personalizado de tu celebridad favorita –por ejemplo, un mensaje de la leyenda del rock Alice Cooper por unos 260 euros– y conocer a músicos y cantantes: la charla con el artista de hip hop Snoop Dogg está a 25 dólares por cinco minutos. Sí, vivimos tiempos extraños, pero ojo que las reseñas que tiene Cooper en la web son buenísimas.
También plataformas como Patreon –un sitio web de micromecenazgo para proyectos creativos– e incluso OnlyFans continúan en auge. “A cambio de tu membresía, por unos euros o dólares al mes, el artista te deja participar en labores compositivas o te facilita contenido exclusivo, como una canción a medida”, desglosa Ricardo Tayar, de Flat 101.
La tendencia indica que más músicos innovarán en sus modelos de negocio para entrar a formar parte de estas experiencias que también se dejan ver en (otra vez) TikTok, que incluye monetización en forma de propinas: si eres un creador de esta red social con al menos 100.000 seguidores, tus espectadores pueden enviarte dinero directamente, algo que funciona especialmente bien durante retransmisiones en vivo.
La complejidad de todo este compendio de tendencias radica en “elegir una buena estrategia integrada que permita al músico explotar al máximo la capacidad de su obra”, indica el experto en canales digitales. En 2022, con tal despliegue digital, habrá una oportunidad de ofrecer una experiencia completa y personalizada.
Si la pandemia impulsó los conciertos en streaming, también obligó a que otras muchas actividades, como la enseñanza, se planificaran desde una perspectiva digital. El e-learning, aprendizaje a través de internet, reemplazó a las aulas. La formación musical se subió a este carro y muchas personas encontraron en tutoriales de YouTube y en aplicaciones móviles una vía para aprender a tocar un instrumento o retomar el que habían dejado olvidado.
“Lo que quizás fue más sorprendente es que surgieran iniciativas grupales para tocar, cantar y componer. De repente, los músicos y estudiantes no solamente sabían de música, sino que se ponían a utilizar todo tipo de herramientas, apps y plataformas de comunicación, grabación y edición para poder seguir haciendo y compartiendo su pasión”, cuenta la comunicadora digital en Classlife Education Sílvia Fernández.
“La clave es entender las herramientas digitales como un medio, no como un fin, con las que se pueden romper barreras y llegar mucho más lejos”
Sílvia Fernández
La buena noticia es que el listado de esos recursos es amplio y muchos de ellos son gratuitos, enumera la experta: “Desde apps para la lectura de partituras o que enseñan a tocar un instrumento mediante el juego hasta otras como GarageBand, que permiten crear piezas musicales y promueven la creatividad”.
Dos ejemplos de estas aplicaciones comparten nombre con dos de los más grandes del jazz.
Ella, por Ella Fitzgerald, es una app para entrenar el oído mientras cantas que ayuda a mejorar la audición musical con ejercicios evaluados a través del micrófono del dispositivo. Chet, por Chet Baker, reta al jugador a reproducir correctamente tantas secuencias musicales como pueda en un tiempo limitado. A través de diferentes juegos se practican intervalos, escalas y arpegios, así como secuencias cortas de composiciones musicales famosas.
De hecho, las herramientas digitales son una vía para potenciar la capacidad creativa. “La clave es entender las herramientas digitales como un medio, no como un fin, con las que se pueden romper barreras y llegar mucho más lejos”, dice Fernández. “¿No tienes un piano pero quieres que suene en una pieza que estás creando? No pasa nada, puedes crear esa parte utilizando una app”.
Las tendencias se anuncian a principio de año y se van moldeando a medida que avanza la economía, la sociedad y la cultura. Pero quienes más están teniendo que decir últimamente son la tecnología y las herramientas digitales. En el cierre de 2021, el plot twist del guion lo dio el metaverso; veremos qué escribimos aquí dentro de un año. De momento, ya puedes ir a Twitter a compartir este artículo y anunciarlo: se vienen cositas. ∎