Jägermusic: 10 años poniendo en el centro la música emergente

Descubrir a un grupo por primera vez en directo, en una sala local, pequeña, rodeado de pocas personas. Seguro que sabes lo que se siente. Ese no-se-qué que parece susurrarte desde otro plano que lo que estás viendo, lo que estás oyendo, es algo especial. A lo mejor algo irrepetible: alguno recordará quizá su primer concierto de Cariño, o de Ginebras, o de Derby Motoretas’s Burrito Kachimba; es probable que fuera bajo el inconfundible neón color hoguera de Jägermusic. Hoy son artistas que se manejan en las plazas más exigentes, de un Ochoymedio o una Riviera a un WiZink Center, y a los que verás en los escenarios más grandes de los festivales. Pero no siempre ha sido así.

El programa de apoyo a la escena nacional de nuevos músicos de Jägermeister estuvo ahí, durante los difíciles primeros pasos, para ofrecerles oportunidades de desarrollar su proyecto, tanto poniendo a su disposición los distintos escenarios con los que cuentan en distintos festivales –incluyendo una pista de coches de choque o un parking en el Monkey Week, un barco sobre la Ría del Nervión en el BBK Live o una cabaña en el bosque en pleno Vida Festival– como contribuyendo en los ámbitos económico y de producción y promoción. Empujando para que todo el esfuerzo y el trabajo pudieran materializarse de verdad. A lo largo de sus diez años –que son solo la punta del iceberg de una inmersión en la industria de la música en directo que llevaba ya un largo recorrido siendo seña identitaria de la marca–, hasta 94 proyectos han integrado el roster de Jägermusic, y más de 250 artistas se han beneficiado de una extensa red de influencia que se extiende hasta 400 festivales y 300 salas de conciertos en toda la geografía española.

Una alineación que, además, no sabe de prejuicios, y que ha permitido ir siguiendo el hilo de la narración de nuestra música underground en esta última década. “Yo entré en Jägermusic en 2017”, recuerda Kaixo, integrante del seminal colectivo gallego Banana Bahía Music. “En esa época el trap no estaba muy bien visto, y era más difícil ver en festivales a cantantes más relacionados con eso o con estilos más electrónicos y punk”. El mismo año se incorporó también RRUCCULLA mientras la historia de las guitarras seguían escribiéndola Medalla o Vulk. Y con el tiempo hemos podido ver a grandes de la música urbana como Bea Pelea y ODDLIQUOR, asistir al surgimiento de olas como el nuevo pop de Shego o Trashi, el punk makinero de La Élite o la nueva oscuridad de La Plata, y vivir el desarrollo de frescas corrientes electrónicas a través de proyectos como The Suicide Of Western Culture, BSN Posse o GAZZI.

La diversidad es sello diferencial, una idea fundamental para Rocío Saiz, que ha participado con su banda Monterrosa y su proyecto en solitario y que describe la experiencia como un “viaje democrático y asambleario”, pero que también destaca una preocupación genuina no solo por la parte artística, también la emocional. Cuando la pandemia nos arrebató las salas, Jägermusic auspició la grabación de un álbum conjunto con los artistas del roster, una aventura en la producción discográfica de la que también ha salido un disco de villancicos. Y cuando las tiendas de discos sufrían, ahí estaba Jägermusic para destacar su encomiable labor de resistencia con una exhaustiva guía. Pruebas, todas, de una apuesta convencida y honesta por la novedad, la proyección, el perfeccionismo díscolo, la pluralidad y el riesgo.

¡Ese chupito helado de Jäger por otros diez años! ∎