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Firma invitada / Afectos de sonido

¡Aaaaaaaah, thunder!

M

i hijo Diego acaba de cumplir 2 años y es fan de AC/DC. Qué digo fan: está completamente loco por Angus Young. Lo imita inquietantemente bien: va por el salón tocando a la pata coja una guitarrita de plástico de La Patrulla Canina, mueve la cabeza de arriba abajo y abre y cierra los labios como boqueando, como masticando los acordes. Nunca tuvo el “paso del pato” –que no lo inventó Chuck Berry, sino T-Bone Walker– un maestro tan precoz. Cómo será la fascinación de Diego con AC/DC que no consintió ir disfrazado de Papá Noel a la guardería hasta que le dijimos que así es como viste Angus por esas fechas. Ya en la clase, pidió “asedesé”... y le pusieron el “Aserejé”.

Él es fan de AC/DC, yo no. Me gustan, claro, pero no me vuelan la cabeza. Si a Diego le ha dado por ahí es cosa del azar y de los primeros impulsos de su personalidad incipiente. Yo me limito a ponerle cada día un álbum diferente en el tocadiscos y él elige si le gusta o no. Vaya si elige. Baila como loco el nuevo villancico de Los Punsetes: “Feliz Navidad (no quiero movidas)”. Salta con todas sus ganas y se descuajaringa de la risa con Sistema de Entretenimiento. Tuvo un breve flechazo de verano con Rosalía y ahora le hace ojitos a Melenas con su “bang-bang-bang-bang-bang disparos que no dan bang-bang-bang-bang”.

Pero el shangri-la de todas sus obsesiones primerizas es el riff de “Thunderstruck”. Ese punteo de Angus, con una sola mano, ¡con una sola cuerda!, tiene algo como de encantamiento, como de conjuro para dejarte “atónito”, que es lo que significa “thunderstruck”, aunque eso Diego aún no lo sabe.

Yo lo veo dar saltitos a voz en grito (“¡aaaaaaaah, thunder!”) y me derrito. Y pienso que no puedo fallarle. No puedo hacer como que aquí no pasa nada. Recuerdo las “Palabras para Julia” de Goytisolo –“tu destino está en los demás”– y siento la responsabilidad de llevarlo por el buen camino musical, pero sin invadir sus gustos. Sin meterle a los Feelies o a Bill Callahan con calzador, pero evitando a poder ser que se enrole en el roquerismo ramplón y conservador del Séptimo de Kalimotxería. O peor aún, que le gusten Arde Bogotá o Iván Ferreiro y lo flipe con “180 grados”. Por ahí sí que no.

Si me sobreviene este compromiso es porque aún no me creo lo que veo. Veo en él todo lo que yo no fui de niño. Yo no pasé de Michael Jackson hasta los 14 años, y él con 2 es capaz de abrir una revista, ver una foto en blanco y negro y gritar, sorprendido: “¡guau, Dylan!”.

Aunque no sea mi comienzo favorito, AC/DC es un muy buen comienzo. Ya tendremos tiempo de ampliar. Ya iremos viendo por dónde tirar. Ya hablaremos de eso. Poco a poco. Lo que sí tengo claro es que yo voy a insistir con unos cuantos: Townes Van Zandt, Willie Colón, Love, Camarón, Los Brincos, Vainica Doble, Sisa, Kendrick Lamar, Big Thief, Elkin & Nelson, The Jam (¿por qué nadie habla ya de The Jam?), The Smiths, Vampire Weekend, LCD Soundsystem, Pavement... Con que hagamos diana con uno ya es suficiente.

No hay que seguir un orden. No tenemos que encorsetarnos ni en estilos ni en épocas. Nunca respondas a nadie que te pregunte qué tipo de música te gusta. ¿Qué estupidez de pregunta es esa? Desconfía de los que usan las canciones como acompañamiento. Reniega de los ortodoxos y los puristas. Huye sin mirar atrás de la dictadura del gorgorito. La música no es una competición, ni un sonajero de chascarrillos. Ponte de perfil ante los que van por un solo carril sonoro. Cuidado, mucho cuidado, con los indies de cartón-piedra. Aparta el corazón de las mangueras de los cursis. Y de los intensitos. Son una plaga.

Sigue así. Ni caso a los nostálgicos que reniegan del reguetón. Ríete de los haters de Los Planetas. El buen gusto siempre es ancho. No veas en los conciertos “un plan”, sino un hábitat. La música en directo es buena para la salud, como dijo John Lydon (ya verás cuando lo escuches a él). No te creas lo de Frank Zappa, tú lee mucho sobre música. Y mira siempre a tu alrededor, porque sin novedades no hay melomanía. No dejes que nadie te desenamore de un grupo, eso ya lo hará el tiempo. Busca, no dejes de buscar.

Y déjate llevar. Lo bueno de los grandes discos es que siempre abren un diálogo. Unos te trasladan a otros. De Talking Heads vas a Radio Futura. De Aretha Franklin, a Beyoncé; y de Nina Simone, a ANOHNI. De De la Soul, a Sólo Los Solo. De los Beach Boys, a Animal Collective, y de Serge Gaingsbourg, a Benjamin Biolay. De los Small Faces, a The Chords; de The Creation a Los Negativos y de Telegrama a Cooper. En esta casa somos amigos de los mods, Diego. Gente con clase. Haz siempre caso al mandamiento de Brighton 64: “Otis, Jackie Wilson y Sam Cooke”. Desde ahí abriremos puertas al mundo: Fela Kuti, Ry Cooder, Markolino Dimond, Héctor Lavoe, France Gall, Battiato, Nada, Los Impala, Los Saicos, Novos Baianos...

Hay que ir con calma, sin aturullarnos. Esto es solo la base, una discoteca mínima. Poco a poco iremos bajando a lo experimental, a lo más contemporáneo. Y a lo underground, que es una frontera sin retorno: algunas personas cumplen años, los subterráneos cumplimos discos. Nos tenemos que empollar bien todo lo de Fernando Alfaro, Diego, porque no hay otro como él en España. Máxima prioridad. Pero ya llegaremos ahí. Por lo que voy fijándome en ti, yo creo que te van a gustar Tachenko, Hazte Lapón o Biznaga (y acabo de borrar otros veinticinco grupos). También Los Enemigos. Tú naciste un día que tocaban Los Enemigos, pero preferí tu show y regalé las entradas.

Yo creo que esa fue una buena señal del destino, pero tampoco las tengo todas conmigo. Diego últimamente anda diciendo de vez en cuando “papá, Bítels”, pero únicamente porque se ha dado cuenta de la ilusión que me hizo escuchárselo la primera vez, por sorpresa. Es solo un espejismo: a los 30 segundos de “Paperback Writer”, me mira, niega con la cabeza y dice: “Bítels nooo, ¡Angus!”.

Empezamos bien... ∎

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