Al final de
“I Killed Your Dog”, una canción que va, así, sin darle muchas vueltas, sobre asesinar al perro de tu ex –una imagen barroca, bizarra, dramática, incómoda y desagradable que aparece, por ejemplo, en la serie “Veneno” de los Javis–, unas risas malévolas empiezan a confundirse con llantos desconsolados. Como en ese momento casi distorsionado, todo en el nuevo disco de
L’Rain juega a la contradicción, o más bien al equívoco y el doble sentido. El propio equilibrio del álbum bascula de una forma extraña y poco estable entre el pop con mayúsculas y algo mucho más radical, y sus dos mejores canciones, las únicas en todo el trayecto que superan los cuatro minutos de duración, reflejan a su manera esa oposición:
“5 To 8 Hours A Day (WWwaG)” es abstracta, comienza en una siniestra égloga folk y se va desenvolviendo de forma progresiva junto a una guitarra pulsada con delirante monotonía, la batería, los sintetizadores, los vientos y las voces que suspiran desiderativas.
“New Year’s UnResolution”, por su parte, recuerda a los mejores momentos de Caroline Polachek, fabulando la perfección pop y dejando que asome una enérgica propulsión que también nos lleva a Blood Orange.
La sutil mordacidad que se lee entre líneas en este tema sobre ruptura –
“Había olvidado lo que es estar sola” se opone a
“Había olvidado lo que es estar enamorada”– se repite también a lo largo de un trabajo que igualmente sabe reírse de sí mismo. Comienza con un anuncio de televisión sonando sobre un sinte de ulular alienígena, introduce interludios paranoides en los que voces que parecen sacadas de radios de los años cincuenta se asombran por la vista de un pájaro –
“Oh Wow, A Bird!”– o desafinan confesando cómo
“odio a mis amigos” –
“I Hate My Friends”–, un coro eclesial se inunda como la orquesta del Titanic –
“Sometimes”– o incluye una broma sobre el parecido de todos los temas de jazz –
“What’s That Song?”–… en un álbum que básicamente parte del jazz para construir un imaginario que lo trascienda.